Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción
118 Alarcón de los autores españoles más reconocidos de la época, estas serían, para Pedro Henríquez Ureña (1913): ser un escritor discreto, de sobria mesura, con aguda observación brevemente expresada, proverbial cortesía y en donde destaca el propósito moral y el tem- peramento mediativo. Estas características también correrían para los otros escritores de Nueva España de la época, aunque existe una discusión respecto a que en esos tiempos no podría haber existi- do algo así como una mexicanidad determinada, mientras que otra vertiente dice que sí existe una sensibilidad propia de los escritores de América Latina, tesis a la que adscribe tanto Arrom (1967), como nosotros. Como dijimos anteriormente: el territorio americano es barroco de por sí, y para hablar de un lugar barroco es necesario hacerlo desde un lenguaje barroco, lo que espontáneamente provo- caría un ultrabarroco propio de la literatura latinoamericana. Según Arrom (1967) la gran innovación que haría Ruiz de Alarcón a la literatura dramática de la época es el especial cuidado aplica- do a la psicología de los personajes, dejando de lado los necios per- sonajes moralizantes tan típicos de la dramaturgia española. Este proceso luego es tomado y copiado por los escritores de occidente, dando luz a la “comedia de caracteres” tan típica en Francia con ex- ponentes como Corneille, Molière y Scarron. Respecto a los personajes peleles y moralizantes del drama barro- co, es importante mencionar que el género tratado comúnmente en este teatro es el de las comedias religiosas. Y es que más allá de lo novedoso que pudiese ser la estética del barroco, esa novedad está solo presente en lo externo, en lo superfluo del teatro, ya que esa novedad no está permitida en cuanto afecte al orden político-so- cial, José Antonio Maravall (1975) sostiene que:
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