Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

109 (…) la vegetación era sofocante y las especies animales escasas en número y variedad, de menor tamaño y peso que las de los otros continentes, menos vigorosas y, para colmo, degradadas por el medio ambiente (el puma no era comparable al león, ni siquiera tenía melena; los perros no ladraban; los pájaros no cantaban; la vicuña y la alpaca eran camellos degenerados, etc.). (…) los únicos animales que asombraban por su tamaño (en relación con sus congéneres europeos o afroasiáticos) eran los repugnantes insectos y reptiles. (1998, p. 39) Para los españoles, todo lo que había en este nuevo territorio era una copia mal hecha de lo que tenían en Europa. En La Tempestad de Wil- liam Shakespeare (1611), Próspero es la imagen del colonizador, aquel que invade, asesina y esclaviza a los habitantes originarios de las tierras, es aquel que conquista epistemológicamente a los habitantes originarios de las tierras, a Caliban, y les enseña su idioma para comu- nicarse con ellos. Fernández Retamar (2005) se pregunta entonces: “¿Qué otra cosa puede hacer Caliban sino utilizar ese mismo idioma para maldecir, para desear que caiga sobre él la «roja plaga»?” (p. 48) ¿Qué otra cosa se puede hacer sino tomar las herramientas que trae el colonizador y utilizarlas en su contra? Esto es lo que ocurre con el bar- roco americano. El artista criollo es un Caliban que subvierte las lógi- cas del barroco europeo para utilizarlo en contra de los colonizadores. Para Lezama, los protagonistas -o habrá que decir, quizá, los agonistas - de ese orden son, en un extremo el letrado o artista criollo que se apropia de los instrumentos del que provee la cul- turametropolitana y los subvierte al convertirlos en tecnologías identitarias que le permiten representar, con el lenguaje del col- onizador, el accidentalismo americano. (Moraña, 2010, p. 72)

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=