Teoría crítica del teatro latinoamericano: una introducción

103 en sus Ensayos sobre el barroco (1987). Para Sarduy, uno de los mo- mentos importantes del barroco, fue el caravaggismo: “Contraste inmediato entre campo de luz y campo de sombra. Suprimir toda transición entre un término y otro, yuxtaponiendo drásticamente los contrarios: así se obtiene -ya lo había formulado la Retórica de Aristóteles- un mayor impacto didáctico” (1987, p. 150). Esto nos in- teresa por dos cosas: (i) el barroco aparece con una función ped- agógica relacionada a la expansión jesuítica utilizando la estrategia de “poner las cosas frente a los ojos” ( ibid. , p. 151), es por eso que en esta estrategia opera la desnudez y la hipérbole de manera pri- maria; desnudez para mostrar las cosas sin tapujos e hipérbole para que estas cosas aparezcan en código exagerado. Se presentan sin vacilaciones ni temores, todo con el fin de convencer a quien lo ve; y (ii) el barroco surge también como encuentro con un otro, la yux- taposición de los contrarios en Caravaggio es el claroscuro, pero esto va más allá de contrastar luz y sombra. Se hace consciente la existencia de la alteridad, por eso tampoco es coincidencia que el barroco apareciese en tiempos de colonialismo, en tiempos donde Europa está ampliando sus imperios hacia nuevos horizontes y se encuentran con un nuevo mundo (para ellos). El barroco como arte de encuentro con otro genera una segunda acción, la del reconocimiento de uno. Uno se encuentra en la difer- encia con otro, y es también uno de los factores de las formaciones de identidad nacional criolla que luego culminarían en guerras de independencia. Moraña (2010) dice que “el Barroco es la mirada que se observa a sí misma y se descubre otra , en el proceso de esa mostración originaria, que revela las primeras instancias de cris- talización identitaria” (p. 57). En la pregunta por la representación y la pregunta por el otro ocurre un descentramiento en la obra, ya

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