Antología Fillke Ketrxan: semillas múltiples
21 Lelikelen N°1 Antología | Fillke Ketrxan: Semillas Múltiples. pudores, se desató de un tirón ambos pechos, midió pe- sando con su mano cuál estaba más suculento y le dejo caer de lleno un pezón de satisfacción al niño que calló entrecortadamente agobiado por la abundancia de su leche. Nadie podía no mirarla. Llevaba, entre muchas co- sas de su estampa, cabellera a la manera de los punkis color zanahoria, chaqueta de cuero rota, uñas de las ma- nos negras, medias de lencería rebelde y unos borsegos militares de feria de las pulgas. Pero lo que me llamó la atención entre los visillos de la oscuridad fue que en me- dio de sus pechos fulgurantes sobresalía un enorme ta- tuaje bruto y carcelario que no pude definir. De pronto el bus frenó, ella acostumbrada como dijo, supo afirmarse, pero con el movimiento la guagua perdió el control de su boca y un maná abundante de tibia leche cayó de lleno sobre mi cara, cegándome los ojos y llenando mi boca de un asombro dulce y espeso. La chica se corrió más atrás, me limpié con suavidad y mi viaje continuó con el salvaje sabor de ella en mi barba y mi boca. Ah, y no pregunten como es que veo tan bien en la oscu- ridad y descifro cosas con atendiduras de buen observa- dor, debe ser un talento que poseemos los que, como me decía mi abuela, tienen los ojos color de pluma de ganso y nacieron en tiempos de vacas mellizas. Ya había comenzado la abundantera lluvia anunciada por el Buey Castillo cuando de pronto, en un punto ciego de la carretera mi compañero de asiento pidió bajarse abruptamente. Obvio que Pichula de Perro se encrespó como kiltro peleón y puteadas mediante lanzó a su pa- sajero al vacío mojado de la noche. Inmediatamente la chica dejó su costumbre y mostró el alivio de sentarse al lado mío con el pequeño en sus brazos lanzando un per- fumado suspiro de delicia. Pude darme cuenta de que lle- vaba unos preciosos chaway mapuche y unos anillos con dibujos de kultrun. Yo crispado todavía por el sabor de su alimento quise buscarle tranquilidad, quizás consue- lación y le pregunté si sabía lo que sindicaban sus anillos:
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