Antología Fillke Ketrxan: semillas múltiples

19 Lelikelen N°1 Antología | Fillke Ketrxan: Semillas Múltiples. Todos los que viajamos por estos lados de vuelta a casa, después de trabajar días completos y cumplir horas de infierno, tenemos dos rituales aveniádamente rigurosos. Primero, preguntarle al Buey Castillo si lloverá o no, por- que él, con la luciernada claridad de su rodilla inscrustada de perdigonazos antiguos erraba menos que unmeteoró- logo de probadas academias. Aunque sólo entregaba dos amagues de respuesta: o mucho o poco, porque claro, un hombre de ese tamaño no cree en cosas de medias varas. Si era poco decía con enternesura: - Va a llover poquichicho, una meada de perro nomás. Esta vez le pregunté y optó por el mucho y puso voz pompósica: - Se va a recagar lloviendo, con cuática Ah, y no pregunten por que el Buey Castillo tenía perdi- gones en su rodilla porque no es bueno meterse en las rodillas ajenas y él habrá tenido sus buenas y sentidas ra- zones para haber recibido esas granizadas de plomo que nunca más pudieron quitárselas. El otro ritual de todos era rogar a los justos dioses que el chofer del micro, al que le decían Pichula de Perro sin que él lo supiera, se hubiera tomado sus buenas dosis de Pisco pues, si lo hacía, el humor se le ponía florecido y oportunístico, colocaba música alegre y chisposa, y hasta decían los entendidos manejaba mejor el vehículo y eso nos daba a todos una mayor tranquilidad para el viaje. Pero cuando no se tomaba sus dosis lo convocaba lucifer y el viaje se transformaba en un sufridero de insultos, sin música festiva que escondiera lo malograda que estaba la máquina por todas partes y el recorrido era un zaran- deo de frenazos que desbarataba columnas y hasta ha- cía rodar por el suelo a abuelos, niños y bultos. Esta vez no había bebido un solo trago y su humor era como el de una persona invadida de ladillas. Todos los pasajeros al LECHE DE MURCIÉLAGOS Del libro inédito Wüñolche

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