Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura : vol. IV Crisis medioambiental y pandemia
Cuadernos de Beauchef 82 a la “competencia imperfecta”. Pero al hacer referencia a la “competencia imperfecta” se hace alusión indirecta a la competencia “perfecta”. Los aspectos de la vida económica concreta no son “imperfecciones” o resultados de “rigideces”, son elementos endógenos del sistema económico en el cual vivimos. Existe un sinnúmero de economistas que afirma que “más competencia” o “fomentar la competencia” mejoraría los resultados sociales de los mercados. Esta idea se basa en intentar encauzar la realidad económica actual en el marco de la teoría de competencia perfecta y establecer políticas para intentar llegar a ese escenario. Toda la política de libre competencia en Chile se basa en este propósito a alcanzar. A pesar de la dominancia de esta teoría en el pensamiento económico, se debe entender que esta no describe la realidad económica de ninguna etapa del capitalismo. Es una mera fantasía que idealiza la forma de operar de las economías capitalistas, creada en un momento determinado en la historia de Europa. Es completamente falso que, en el siglo XIX, en Europa, existiera un “capitalismo de competencia perfecta” y quedespués surgieraotrotipodecapitalismo. Laeconomíaneoclásicacrea esta dicotomía en nuestras mentes, pero los monopolios, los oligopolios y estructuras “más competitivas” (con mas oferentes o demandantes) siempre han coexistido, en diferentes medidas y con distintos grados de interacción y competencia en la historia del capitalismo. No basta con señalar que se debe descartar la teoría de competencia perfecta para abrazar la teoría neoclásica de oligopolios o de competencia monopolística. El problema es la teoría en sí misma, no sus variantes. Sin embargo, el grueso de nuestra economía nacional, regional y mundial ocurre en la órbita de lo que se denomina la “competencia imperfecta” dentro de la teoría de competencia perfecta. A todo estudiante de economía se le enseña que no existe una curva de oferta para los monopolios y los oligopolios (existen las “funciones de reacción”), pero, aun así, entender estas estructuras como “imperfecciones” y no como la norma provoca que mentalmente estas “anomalías” sean cuestiones periféricas del modelo de competencia perfecta, y que se intente explicar la realidad aludiendo a los mercados y al juego de oferta y demanda.
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