Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura : vol. IV Crisis medioambiental y pandemia
Que el mejor médico es también filósofo 161 en la especulación lógica, y para perseverar diligentemente en el ejercicio de estas cosas haber despreciado la riqueza y cultivado la moderación, abarcaría ya todas las partes de la filosofía: lógica, física y ética. Pues en verdad, si desdeña el dinero y practica la temperanza no cabe temer que cometa injusticia alguna, ya que todas aquellas injusticias que los hombres se atreven a hacer las cometen cuando les seduce la avaricia o les embauca el placer. Y de este modo adquirirá forzosamente las restantes virtudes, porque todas ellas van juntas y no es posible que el que conquista una, sea cual sea, no tenga a la vez todas las demás acompañándola como si estuviesen anudadas con una única cuerda. Y, ciertamente, si para el aprendizaje inicial y para la práctica sucesiva la filosofía es imprescindible para los médicos, evidentemente aquel que sea un verdadero médico será sin lugar a duda también filósofo. Y que los médicos precisan de la filosofía para hacer un uso convenientede suarte creoquenonecesitaningúntipodedemostración, después de haber visto en muchas ocasiones que son preparadores de medicamentos, y no médicos, los codiciosos que aplican su arte para el fin contrario al que está destinado por naturaleza. Así pues, ¿vas a disputar todavía sobre los nombres y a desvariar sosteniendo que el médico es moderado, prudente, justo y que está por encima de la riqueza, pero que con todo no es filósofo? ¿Y que conoce la naturaleza de los cuerpos, la actividad de los órganos, la utilidad de las partes, las diferencias entre las enfermedades y los tratamientos indicados, pero que, eso sí, no se ha ejercitado en la especulación lógica? ¿O admitiendo estos hechos vas a tener la desverguenza de disputar por el nombre que se les da? Ya es tarde: ahora es preferible, sí, que seas sensato y no te pelees como hacen el grajo o el cuervo por sus voces, sino que te afanes en la verdad de los propios hechos. Pues verdaderamente no puedes afirmar que un tejedor o un zapatero no llegarían a ser buenos sin aprendizaje ni práctica, pero que en cambio un médico puede aparecer repentinamente justo, prudente, capaz de hacer demostraciones y experto en la naturaleza sin haber recurrido a maestros ni haberse ejercitado.
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