Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura : vol. IV Crisis medioambiental y pandemia

Cuadernos de Beauchef 148 mentalidad autoritaria de quienes habitan en China, Hong Kong, Taiwán o Singapur. No solo se trata de personas más obedientes, sino, y sobre todo, de ciudadanos más confiados en el Estado. De ahí la obsecuencia inmediata por la vigilancia digital y la esperanza en el big data que, más allá del trabajo de virólogos y epidemiólogos, resulta ser el verdadero depositario de los deseos de millones de asiáticos. Nuevas (viejas) distopías En jerga contemporánea, vivimos un tiempo distópico plagado de zombies dietéticos. Supuestamente desprovistos de todo mandamiento ideológico, estos no-muertos proliferan en series más allá de Netflix —la plataforma distópica por excelencia— y, en su peregrinar por ciudades convertidas en ruinas posmodernas, concentran la atención de millones de espectadores que asisten diariamente al espectáculo del término de esto y de aquello. Es como una repetición en saga de las muertes anunciadas por el primer pensamiento posmoderno, pero esta vez disponible para una cantidad exponencial de abonados que serían, justamente, los más preparados para enfrentar catástrofes diversas. Si estas producciones, en el caso de las de origen anglosajón, son proclives a representar temáticas más directamente políticas, las que provienen de países nórdicos, en cambio, tienen una preocupación eminentemente ecológica; en ellas el tema que prevalece es el cambio climático. Por ejemplo, Dark , primera serie original de Netflix hablada en alemán, en la que la preocupación social por la energía nuclear y su utilización es el tema de base. Una serie danesa — The Rain — anticipa el final de la especie, en el que obviamente sobreviven los jóvenes. Lo que acaba con la población es un virus que se transmite mediante la lluvia, una suerte de referencia a la lluvia ácida. Estas ficciones actúan en términos de fábulas o cuentos con moraleja respecto de lo que puede suceder si no tomamos medidas. Así, todo el temor a una deriva autoritaria, racista y antifeminista ha prodigado innumerables narraciones cuya función se acerca más a la ficción especulativa que a la mera ciencia ficción. Entre tanta distopía, toda visión de futuro resulta previsible y, por lo mismo, aburrida. Slavoj Žižek decía, hace unos meses, que la condición

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