Cuadernos de Beauchef: ciencia, tecnología y cultura : vol. IV Crisis medioambiental y pandemia

Cuadernos de Beauchef 106 del sistema de aprender de la alteración generada por la perturbación para adaptarse mejor al cambio y gestionar con más eficiencia las futuras perturbaciones. (Montes et al., 2015, p. 13) El pensamiento asociado a la resiliencia cuestiona los programas de gestión de riesgo de desastres, porque están articulados sobre conceptos con una connotación negativa (vulnerabilidad) que visualiza, en cierto modo, a las comunidades como víctimas pasivas de diferentes contingencias. Conceptuado como un socioecosistema, el sistema urbano no puede planificarse ni gestionarse independientemente de los sistemas rurales del territorio donde se asienta (Geddes, 1949 [1923]; Muñoz- Maluschka, 1934, 1936; Le Corbusier 1971 [1942]; Parrochia et al., 1994) 7 . La articulación de las escalas territoriales es una medida que parece conveniente rescatar para su desarrollo en el sentido más amplio. Las decisiones de ordenamiento territorial tendrían que estar inscritas en una lógica de coherencia espacial, en el objetivo de preservar las continuidades ecológicas en lo global, sirviendo también como regulador térmico, disminuyendo el impacto de las islas de calor en lo local (Folch, 2003a; Pesci, 2003; Torres, 2003; Rodá, 2003; Terradas, 2003; Rojas et al., 2010; Perysinaki, 2018). Así, la ciudad resiliente se desarrolla en un territorio con el que interactúa a diferentes escalas. La ciudad sin territorio no puede ser resiliente (Ernston et al., 2010, citado por Montes et al., 2015). 7 Para los arquitectos-urbanistas este planteamiento no es novedad reciente, pues altos inspiradores, como Patrick Geddes (1854-1932), ya lo habían planteado. En el siglo XX corresponde al principio §1 en la Carta de Atenas (Le Corbusier, 1971/73 vid supra ). En Chile se aplica plenamente en los primeros planes metropolitanos de Chile (Santiago, 1960, Concepción, 1963, y Valparaíso 1965), en los que se consideró insoslayable la relación de estas ciudades con su territorio regional, con gran preocupación por mantener la capacidad de generar servicios de los ecosistemas del territorio donde se ubican las ciudades (alimentos, agua, materias primas, regulación de la calidad del aire, del agua, de las perturbaciones naturales, control de la erosión, disfrute de los paisajes, identidad cultural), así como de los flujos socioecológicos entre estas y los sistemas rurales; también se estableció e intentó gestionar las gradientes urbano-rurales (Escudero, 2019; Pavez, 2019-b, vid supra ).

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