Gobernanza y protección de derechos civiles y políticos en contexto de Pandemia COVID-19

toridad de fijar un guión que estableciera con claridad el rol de los ciu- dadanos en medio del momento de peligro. El gobierno, muy golpeado por la crisis social en su popularidad, decidió concentrar en sí mismo las decisiones en vez de construir grandes consensos con los actores rele- vantes de la oposición política. La expectativa era una cosecha privada de aprobación ciudadana, pero terminó siendo exactamente lo contrario. La estrategia inicial consistió en restricciones lo menos severas posibles al desplazamiento y en la adquisición de respiradores artificiales, que al comienzo de la crisis eran a los gobiernos como el alcohol gel a los con- sumidores privados: el amuleto fundamental. El intento del gobierno por concentrar las decisiones sanitarias sin con- sultar a las demás fuerzas políticas -es decir, de no actuar por consenso- tuvo como respuesta una competencia de pujas por endurecer las medi- das de control desde los actores de la oposición. Los alcaldes, a su vez, cosechaban popularidad local exigiendo medidas draconianas al poder central. El código de ese calamitoso debate fue el de la dudosa oposición entre economía y vida. Quienes alegaban por medidas extremas (confi- namiento total) acusaban a la autoridad de poner la economía antes de la vida humana. Cada muerto, en ese discurso, constituía un sacrificio innecesario en el altar de la avidez económica. Las teorías conspirativas y la información falsa jugaron un rol decisivo en medio de la politización del debate sanitario. Se acusaba al gobierno de “esconder muertos” abusando de la confusión en el manejo de con- ceptos técnicos (como el “exceso de muertes”) y la masiva discapacidad en el uso de aritmética básica de la mayoría de la población nacional. La exigencia de datos que el propio gobierno no tenía -pues las bases de datos producidos por diversas instituciones estatales no se encontraban debidamente cruzadas- terminaron por octubrizar el sistema de la opi- nión pública. Todo se volvió sospechoso, excepto el encierro forzado, que parecía la medida más segura, al ser la más radical. La demanda de darle prioridad absoluta a la conservación de la vida bio- lógica terminó imponiéndose en la medida en que los números de conta- giados y muertos aumentaban. Los augurios deslizados por académicos y representantes afines a la oposición política eran terribles. Como suele ocurrir, se postuló a Chile como el país que peor estaba manejando la pandemia “en el mundo”. Así, se pasó de ciertas intervenciones contro- ladas, al confinamiento total, medida que logró que la tasa de contagios .76. POSITION PAPER N°2 PABLO ORTÚZAR MADRID Antropólogo social. Investigador IES y estudiante del programa doctoral en teoría política de la Universidad de Oxford

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