Re-vision del cine chileno

to distanciado y objetivo que la película ha sostenido des. de un comienzo. El caso del capellán es algo dlst·nto: el actor Héctor Noguera da a su personaje un cierto matiz interior a par– tir de su situación específica de joven sacerdote conven– cional débil; él no podía dar una respuesta a José, la te– nía para la muerte, pero no para la muerte de José. Sin embargo. ese leve Intento de profundidad se agota; las escasas escenas en que el capellán enfrenta al condenado a muerte no conducen a variaciones de conducta , porque la situación dramática no varía; dicho de otro modo, el drama no avanza porque no se indaga en él. En todo caso la responsabilidad de la actuación en la segunda parte de la película no es posible adjudicársela a los actores. Está claro que si se pretende ilustrar una idea preconcebida. el nivel de profundidad psicológica gestual que pudieran dar los actores carece de importancia. En la segunda parte los personajes son. de alguna manera, foto– grafiados en diferentes ubicaciones especiales , sin que en ellos se cree el Juego dialéctico creativo de la prlmera parte. donde en la secuencia del asesinato, por ejemplo, entre José (Vlllagra} y la cámara (Ríos) parece existir un vivo acuerda no declarado que transforma ese acto de crónica roja en una expresión - brutal- de humanldad. 158

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