La memoria de la educación : historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile

LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN Historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile 73 Reconozcamos con humildad que somos responsables de un mundo en el cual ni nuestros hijos, ni los hijos de nuestros hijos pueden vivir en la plenitud de sus propias expectativas y de las que nosotros, los adultos, hemos ido creando en el contexto de la civilización moderna. Entre nuestro poder y nuestra duda est , precisamente, el poder y la duda de la juventud moderna. Necesitamos comprenderla. Necesitamos no condenarla de antemano por que en esta querella somos parte y no podemos ser jueces. Al fin, y al cabo, los adultos hemos creado una civilización portentosa en sus avances materiales y es como si con la creación de tantas maravillas técnicas hubiésemos vaciado al hombre desde dentro, robotizando su vida. Aquí, se oras y se ores, la primera raíz de la rebelión juvenil. En un mundo en que las grandes masas humanas caminan como de la mano y ascienden cada día con m s ímpetu en el escenario del mundo, la juventud, que constituye los escuadrones m s numerosos y compactos de la sociedad, est enferma de soledad. Se siente, en lo íntimo de sí misma, radicalmente sola, pese a constituir multitudes. ¿Cómo explicar esta angustiosa soledad de nuestra juventud? Ya es claro el diagnóstico. El mundo creado por nosotros va deshumanizando al hombre, y la juventud, tiene derecho a rechazar las estructuradas de una sociedad que no es capaz de saciar la sed y el hambre de autorrealización personal que ella tiene. Por eso, como contrapartida a este sentimiento de vacío humano, a esta dolorosa conciencia de soledad, la juventud se rebela y pugna por arrasar con las formas solidifi- cadas de la sociedad. ¿Tenemos derechos a condenarla por ello? ¿No hay, en el fondo de esta aparente voluntad destructora, un legítimo sentimiento de desconfianza hacia un mundo que, en verdad, no responde a la auténtica vocación humana? Pienso, distinguidos colegas, que si nosotros no respondemos a este terrible desafío estaríamos traicionando nuestra vocación y carecería de sentido ocupar el sitio en que la comunidad nos ha colocado. Pueden Uds. talvez, pensar que estas palabras est n como dem s aquí y ahora. Sin embargo, todo lo que los maestros de Chile estamos haciendo vive, se mueve y se realiza bajo el signo del desafío a que estamos enfren- tados. Nuestros alumnos m s que ciencia nos piden sabiduría, es decir, humana, real y cordial comprensión de su angustia; m s que técnicas para enfrentar un destino ocupacional, nos piden que les inspiremos confianza en sí mismos y confianza en nosotros; m s, en fin, que la lección magistral de una hora de clases nos piden dialogar; nosotros, con humildad, aunque ellos lo hagan con arrogancia. Este seminario, los que hemos ya realizado y aquellos que continuaremos haciendo en lo futuro deben constituir como una gran decisión de entrega de nosotros los maestros chilenos a nuestra juventud. Nuestro poder de hombres ya maduros puesto al servicio del fascinante poder de la juventud crear n una nueva sociedad en que esa juventud y nosotros vivamos como una comunidad de hombres donde el pan del cuerpo y del espíritu tenga un sabor auténticamente humano.

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