La memoria de la educación : historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile
LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN Historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile 30 los que leen este trabajo que pertenecen, sin duda, a una elite muy exclusiva. Los participantes en el taller de PRODEBAS y los lectores son, con toda seguridad, profesionales de gran talento, que han innovado y que aun en condiciones materiales muy limitadas han sido capaces de motivar a sus estudiantes (o al personal) y de guiarlos hacia una indagación personal que dé origen a un conocimiento sólido. Cada uno de los participantes en el taller (o los lectores potenciales de este informe en América Latina), habr n sido seleccionados entre m s de 1000 maestros que trabajan en el sistema educativo de la región. Por lo tanto, cada uno de los lectores debe controlar su tendencia a suponer que su capacidad est cerca del promedio, porque est muy por encima del mismo. La formación de los maestros restringe la posibilidad de usar nuevos modelos de enseñanza Es evidente que un entrenamiento adecuado de los maestros podría lograr la calidad deseada de la educación, pero el entrenamiento ofrecido hasta ahora no ha sido efectivo. Lo que se sabe con claridad es que los maestros contin an las clases frontales expositivas, y que lo mismo ocurre en la formación de los futuros maestros (en comparación con la formación ofrecida en medicina o arquitectura). La mayoría de los maestros de América Latina pasaron por lo menos doce a os (y algunos hasta 18 a os) sentados muy quietos en sus escritorios o bancos, mientras su profesor les hablaba o escribía en el pizarrón, describiendo hechos, dando definiciones y afirmaciones que tuvieron que memorizar. Cerca del 80% de los maestros han asistido a escuelas normales o universidades pedagógicas donde se les instruyó (en forma pasiva) en el uso de metodologías de ense anza activa y memorizaron los pasos para su pr ctica o las características de los modelos pedagógicos disponibles. Por eso m s tarde, usar n los mismos modelos pasivos con los cuales fueron formados y transmitir n información en vez de incitar al descubrimiento. Muy pocos docentes han tomado parte en un proceso pedagógico de aprendizaje activo; los afortunados que lo han hecho tienden a pertenecer a escuelas privadas pagadas o a las mejores escuelas p blicas. En muchos casos la soledad del maestro rural que sólo conversa con alumnos “no educados” lo acostumbra a la forma de contestar o conversar de los ni os y reduce su posible crecimiento profesional. Existen muy pocos talleres de maestros (y menos a n en las reas m s deprimidas) donde se examinen las experiencias de ense anza-apren- dizaje y se reflexione sobre la manera de mejorar las técnicas, tal como existe en medicina. 17 En resumen, muy pocos docentes de América Latina y el Caribe pueden (o podrían) ense ar empleando un método activo, por- que este método no fue usado durante su formación, ni tampoco durante su educación primaria y secundaria. Las condiciones en que el maestro desempeña su trabajo limita la posibilidad de que pueda generar cambios substanciales Las condiciones de trabajo tienden a empeorar a medida que desciende el nivel socioeconómico de las familias de los alumnos, a pesar de que aumenta la dificultad para que aprendan. El maestro que da clases a los alumnos de situación económica media o alta gana un sueldo muy superior al promedio, tiene tiempo para preparar sus clases y sus alumnos tienen los materiales que él desea para desarrollar sus clases. Cuando los alumnos no tienen textos el maestro debe copiar en la pizarra todo lo que quiere que sus alumnos lean. Pero incluso cuando los alumnos tienen textos el profesor debe realizar un trabajo adicional ya que, lamen- tablemente, el texto cl sico suele ser demasiado extenso, aburrido, lleno de datos insulsos, carente de desafíos, desprovisto de substancia y poco eficaz en relación con el desarrollo del razonamiento. Este tipo de textos explica que en muchas salas de clases la ciencia todavía se ense e como un conjunto de hechos y principios que debe ser memorizado, y los ni os se consideran como pizarras en blanco sobre las cuales los docentes deben escribir. 18 El maestro de las escuelas de alumnos de menos recursos va a dedicar poco tiempo extra por encima de la jornada regular. Es frecuente que dedique una a tres horas diarias a viajar en transporte p blico hasta la escuela
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