La memoria de la educación : historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile

LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN Historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile 240 en épocas en que los estudios sobre los ni os eran incipientes, el criterio pedagógico de ofrecer situaciones de aprendizaje a partir de sus intereses y características era una premisa fundamental; este planteamiento en su enfoque actual se recoge por lo dem s, en gran parte de los currículos nacionales oficiales de la Región, y se supone que debería orientar el quehacer pedagógico, lo que paradojalmente -al parecer- cada día ocurre menos. Por este motivo, en este artículo queremos aportar a reafirmar y actualizar este principio b sico como sustancial de un currículo que pretende favorecer la cualidad de los aprendizajes. Ello con el propósito que los ni os y ni as no pierdan las características b sicas que debe tener todo aprendizaje esencialmente humano, donde el buscar, descubrir, asombrarse, gozar, transformar y crear desde los contextos naturales y socio-culturales en los que interact a, sea una actitud permanente e integral que exprese la maravilla de su ser infantil. I.- ¿Qué significa que las experiencias de aprendizaje tengan sentido para los niños y niñas pequeño/as? Esta pregunta -un tanto desconcertante- que nos efectuó una educadora que llevaba muchos a os trabajando con p rvulos, junto con las observaciones en diversos países que hemos tratado de sintetizar en la introducción, evidencian que posiblemente el problema es bastante profundo y que va m s all de ser resuelto con un con- junto de sugerencias de técnicas de ense anza o did cticas específicas con los ni os. Avanzar en este campo, lleva necesariamente a tener que repensar nuestro quehacer como docentes y miem- bros de la sociedad, y preguntarnos si nos detenemos a analizar en nuestras aceleradas vidas, sobre el sentido de lo que hacemos en función a lo que requiere la educación de las nuevas generaciones, en especial, de los ni os y ni as peque o/as que est n en una etapa tan delicada pero llena de oportunidades a la vez. Esta ltima percepción es la que al parecer ha sido mal entendida por ciertos sectores de la sociedad, sobre-exigiendo a los ni os con contenidos y experiencias que conllevan una cierta visión restrictiva de su vida futura y de la etapa que est n experimentando, y que poco aportan en instalar aprendizajes generadores y potentes que apunten a favorecer las grandes tendencias humanas, junto con las propias de la infancia. “Actuar con sentido”, es lo propio de un ser humano que pretende cumplir con su destino trascendental per- sonal y colectivo. Pero, ¿por qué hemos llegado a esta homogeneización y desnaturalización de los aprendizajes de los ni os, que los lleva -entre otros- a ir perdiendo lo propio de la primera infancia, es decir sus sentidos gozosos y tan singulares de la vida? Esta pregunta nos lleva a revisar lo que se alan algunos especialistas sobre qué implica la construcción de sentidos en el ser humano. Diversos autores de la neurología o la psiquiatría, comoVíctor Frankl ya cl sico en el tema, a estudiosos desde el mbito la filosofía, han aportado a ir despejando lo que significa afectivamente y cognitivamente este importante proceso en la existencia y desarrollo del ser humano. V. Frankl (1946) frente a situaciones críticas que experimentó, se aló que: “la búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instinti- vos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido”(2) . A su vez E. Strauss (1982), avanzó en el tema indicando que este proceso involucra transformar el significado de un evento, cons- truyéndose un escenario nuevo m s rico y comprensivo. De esta manera, lo fundamental que destacan los autores, es que constituye un proceso que, como tal, re- quiere tiempo y que se construye a través de una transformación o más explícitamente de una metacognición que lleva a un escenario referencial nuevo más rico y comprensivo que cambia y amplia el marco de una persona, y que otorga mayor energía en el actuar. J. L. Reyes (2009) agrega otro aporte desde el campo de la filosofía al se alar que este proceso de ser “capaces de proponerse fines, de valorar, de darse propósitos”, implica en definitiva, “otorgar sentido a una realidad que es neutra” (3), y que por tanto hay que apropiarla.

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