La memoria de la educación : historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile

LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN Historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile 217 Pero es el concepto de “deliberación” lo que hace a la democracia deliberativa algo distinta a otras concepcio- nes de democracia. Adem s, no es cualquier tipo de deliberación, ni tampoco se hace en cualquier lugar, ni de cualquier forma o modo. Esta deliberación es “una forma de debate cuyo objetivo es cambiar las preferencias que permiten a la gente decidir cómo actuar. La deliberación es “política” cuando lleva a una decisión que compromete a una comunidad. La discusión de un trabajo de seminario no es política: los participantes pueden aprender qué hacer en forma individual, pero no deciden actuar colectivamente. Por último, la “deliberación política demo- crática” se produce cuando el debate lleva a decidir por medio del voto. Si un dictador escucha una discusión y luego decide, la deliberación es política pero no democrática” (Przeworski, 2001). Y ¿cómo llamaríamos a partir de esto a una sociedad en donde los gobernantes y representantes de los ciuda- danos son elegidos democr ticamente, pero las decisiones las toman estos tras cuatro paredes? Esta pregunta revela la importancia y pertinencia de discutir y reflexionar sobre nuestros sistemas democr ticos, con el fin de ver qué tan democr ticos son realmente. Cabe destacar que la democracia deliberativa no tiene por nico objetivo el consenso por medio de la de- liberación, puesto que entiende que el proceso democr tico no es sólo la mera coordinación de intereses y acciones, sino es también un medio por el cual se robustece la ciudadanía, cada vez m s empobrecida por una democracia que no ha sido capaz de frenar los crecientes procesos de individualización de la esfera p blica. Como sostiene Bauman: “Si el individuo es el enemigo número uno del ciudadano, y si la individualización pone en aprietos la idea de ciudadanía y la política basada en es principio, es porque las preocupaciones de los individuos en tanto tales colman hasta el borde el espacio público cuando éstos aducen ser los únicos ocupantes legítimos y expulsan a los codazos del discurso público todo lo demás” (Bauman, 2000:42). De este modo, la deliberación es un intento por reforzar la participación solidaria en torno a problem ticas de alcance p blico y atraer e integrar nuevamente a los individuos alrededor de la preocupación por el bien com n. Entendiendo que no todo puede ser consensuado, valores muy importantes para la democracia y la delibera- ción son la diversidad, la tolerancia y la igualdad. Estos valores permiten la existencia y protección del disenso en las sociedades democr ticas y pluralistas, donde hay identidades, cosmovisiones y culturas diferentes que conviven y que tienen ciertos elementos y visiones particulares, que deben ser considerados y protegidos de una hegemonía sociocultural que pretenda arrasar o anteponer principios que limiten la autonomía, dignidad y derechos de ellas. De este modo,“no sólo el consenso, sino también la disparidad y la confrontación enriquecen el proceso deliberativo que lleva la determinación de los valores y las prioridades. Ni las diferencias ni los con- textos en que dichas preferencias emergen est n dados de antemano y, por eso, no son independientes de los procesos de discusión p blica” (Greppi, 2006:61-62). A pesar de ello, también por medios democr ticos podemos tomar decisiones violatorias de derechos y digni- dades como las de cualquier dictadura o tiranía. Es por ello que una democracia deliberativa instala los principios de la autonomía de la persona, la inviolabilidad de la persona y de la dignidad de la persona como ejes funda- mentales para desarrollar una discusión razonada, respetuosa del otro y abierta. Respectivamente, esto apunta a la adopción de principios intersubjetivos e ideales personales, siempre y cuando no limiten el bienestar de otros y se proteja la autonomía de las personas, lo que implica que el aumento de la autonomía de unos no disminuya la autonomía de otros. Pero es el ltimo principio el que logra el equilibrio en una sociedad, pues plantea la necesidad de que estemos abiertos a ceder parte de nuestra autonomía o transferir derechos a aquellos que se encuentran en una situación deficiente, logrando con este ejercicio el dinamismo necesario para ir accediendo a una sociedad m s justa y libre (Nino, 1997:77-87).

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