La memoria de la educación : historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile
LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN Historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile 184 más o menos graves, hijas de malos hábitos adquiridos en el hogar doméstico, pero que no afectan a la moralidad, tomada en sentido estricto (Informe sobre el estado de la Escuela Normal de Preceptores, pasado al Gobierno por el Director del establecimiento”, Anales de la Universidad de Chile,Tomo XVI, 1859, pp. 49-50). Los estudiantes que se formaban en las primeras escuelas normales tenían, en general, características como las que se indican a continuación. El primer grupo de alumnos, que estudió entre 1842 y 1844, al ingresar tuvo como promedio 19 a os de edad, con una m xima de 23 y una mínima de 17 a os (Ministerio de Educación, 1942: 20-22). Los registros de matrícula de a os posteriores muestran promedios de edades en torno a 17 a os, con mínimas cercanas a 14 y m ximas en torno a 23 a os (elaboración propia, seg n datos de los vol menes 61 y 62 del Fondo de Escuelas Normales, ANH.). La escuela normal de preceptoras, en su etapa fundacional, aceptó alumnas bastante menores que la de varones. Las edades de ingreso fluctuaron entre 10 y 12 a os, aunque se exigió el dominio de la lectoescritura. Desde la década de 1850, se consideraba a la Escuela Normal de Preceptores como una especie de asilo en el cual los jóvenes de familias de escasos recursos podían encontrar durante algunos a os alimentación, vestido, cuidado y educación gratuitos, y había “casos […] en que se ha mirado la escuela como una casa de corrección para jóvenes díscolos, de mala conducta o desaplicados” (Informe sobre el estado de la Escuela Normal de Preceptores, pasado al Gobierno por el Director del establecimiento, Anales de la Universidad de Chile , Tomo XVI, 1859, pp. 49-50). En cuanto a su origen geogr fico, de los 14 primeros estudiantes de la Escuela Normal de Preceptores, 7 pro- venían de Santiago, 6 de provincias cercanas y uno, de San Juan, Rep blica Argentina. Al momento de destinarse, sólo uno de ellos permaneció en Santiago. Los dem s fueron distribuidos a lo largo del territorio, incluyendo los extremos de entonces (Copiapó y Chiloé), evitando enviarlos a las ciudades m s grandes (Valparaíso y Concepción), ni a lugares cercanos a Santiago. (Mu oz Hermosilla, J. M., 1918, p. 121). En los a os posteriores, la proporción de santiaguinos disminuir y aumentar la de provincianos, especialmente de la zona central. Entre 1856 y 1890, se estima que gruesamente dos tercios de los que ingresaban a la escuela normal de preceptores de Santiago eran provincianos (N ez, 2009, p. 94). La mayor parte de las ni as de la normal de preceptoras, en cambio, eran santiaguinas. El Ministro de Instrucción informaba en 1859 que era difícil destinar a las egresadas a provincias “por los graves perjuicios que originan a sus familias con el cambio de residencia”. En consecuencia, recomendaba a los Intendentes que “en cualquier tiempo que haya jóvenes dispuestas a seguir la carrera del preceptorado, den aviso para acordar su incorporación” (a la normal de mujeres) (Memoria Ministerial de Ins- trucción P blica de 1858, pp. 48-49). La Escuela Normal de Preceptores de Santiago, en las décadas de 1860 y 1870, admitió algunos alumnos de origen indígena. Entre ellos, Juan Colipí, ingresado en 1863 y expulsado en 1865, por insubordinado y devuelto al coronel Cornelio Saavedra quien lo había enviado a Santiago como rehén, por pertenecer a una familia de loncos que convenía neutralizar.También se registra a Antonio Neculm n, ingresado en 1881, a quien se reco- noce como el primer normalista que se desempe ó en el territorio de la Araucanía recién dominada (N ez, 2009, pp. 43-44 y 95). Respecto a los profesores de la primitiva escuela normal de preceptores, ahora bajo la dirección de M ximo Argüelles (entre 1843 y 1853), se superó la condición de escuela “unidocente” de los tiempos de Sarmiento y ya hubo una plantilla de profesores. Eran en general chilenos o extranjeros, con alguna ilustración, o egresados del Instituto Nacional. M s tarde se desempe aron en ella algunos profesionales y también normalistas, que inaugu- raban así una tradición “endog mica” que se prolongaría hasta la supresión de las normales. Entre los primeros profesores formados en la propia normal estaban José Bernardo Su rez y Juan de Dios Pení. En las décadas de 1860 y 1870 eran ya cuerpos de profesores heterogéneos, con poca estabilidad en los cargos, designados por el Presidente de la Rep blica y al parecer sin criterios estables de selección. La mayoría se desempe aba en la
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