La memoria de la educación : historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile

LA MEMORIA DE LA EDUCACIÓN Historias y obra de galardonados y galardonadas con el Premio Nacional de Educación de Chile 112 ción sobre la experiencia académica completa que suministra el currículo. De igual importancia es el proceso de ense anza y el tipo de esfuerzo estudiantil que posibilita el logro de determinados resultados. La evaluación aporta a la comprensión de cu les estudiantes aprenden mejor bajo qué condiciones, y proporciona evidencia que permite el mejoramiento de su aprendizaje como un todo. Cabe se alar, adem s, que la contribución de las acciones evaluativas es mayor cuando éstas son frecuentes y no episódicas. El potencial de la evaluación es acumulativo. Aunque una evaluación aislada es preferible a ninguna, el mejoramiento es mejor alcanzado si ésta consiste en una serie de actividades encadenadas a lo largo del tiempo, como ya se indicó anteriormente en el an lisis de la evaluación formativa, y en el espíritu de una mejora continua. La evaluación adquiere un valor y sentido significativo si se inicia clarificando su uso y cuando ilumina los pro- blemas que realmente son importantes para la comunidad académica e involucra a los diferentes actores de dicha comunidad. La información evaluativa es m s til en el proceso de mejoramiento cuando se la vincula a las preocupaciones específicas de la comunidad académica, porque de esta manera los actores relevantes –pro- fesores y alumnos– le otorgar n m s credibilidad, y la considerar n m s sugerente y aplicable a las decisiones que necesitan ser adoptadas. La reflexión al inicio del planeamiento de la evaluación de los aprendizajes, en el contexto m s comprehensivo de la programación de las actividades curriculares, acerca de uso y destino de los resultados de la propia evaluación, permite al mismo tiempo identificar quiénes son los actores que interven- dr n en ella y en qué momento. De esta manera se fomenta la participación de profesores y alumnos a través de la heteroevaluación, la coevaluación y la autoevaluación, dando mayor oportunidad a que los resultados efectivamente sean utilizados en el mejoramiento del aprendizaje, de la ense anza y de la formación en general. No puede dejar de mencionarse que la evaluación tiene altas posibilidades de conducir hacia la mejora, si forma parte de un conjunto m s amplio de condiciones institucionales orientadas hacia el cambio. La evaluación en sí misma solo puede producir cambios menores. Su contribución nicamente puede ser significativa en institu- ciones en las que visiblemente se valora la tarea de lograr el mejoramiento de la ense anza y aprendizaje y se trabaja persistentemente en ello. En estas instituciones el impulso para mejorar la calidad de la formación es una meta prioritaria y manifiesta del liderazgo académico; asimismo constituye un elemento central en la planifica- ción institucional, así como en las decisiones concernientes al manejo de los recursos humanos y la asignación presupuestaria. Bajo estas condiciones, los resultados de aprendizaje corresponden a una parte integral de la toma de decisiones institucionales y, por tanto, sus resultados son perentoriamente exigidos. Las reflexiones precedentes est n lejos de agotar la discusión sobre el tema analizado, pero se espera que lo- gren el propósito de abrir un debate sobre el importante papel que desempe a la evaluación de aprendizajes, no sólo como un acuerdo entre profesor y sus alumnos, que tiene efectos sobre los dem s componentes del proceso de ense anza y aprendizaje en la educación terciaria, sino también en la dimensión m s amplia de la calidad de la educación superior. Esta ltima ha adquirido cada vez m s visibilidad, particularmente desde que se ha iniciado la discusión acerca de la acreditación de carreras e instituciones de educación superior.

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