La vivienda urbana en Chile durante la época hispana (Zona Central)

fructificación de los vegetales. Los vientos del norte y los del noroeste llevan a Chile las lluvias, y por fo contrario los del sud y los del sudoeste disipan fas nubes ( ... ) A fa regular alternativa de todos estos vientos periódicos debe aquel Reino el agradable temperamento que disfruta continuamente en las estaciones cálidas; y que al parecer no se podía esperar en una situación tan próxima a la zona tórrida, pero que con efecto se verifica, concurriendo para más refrescar el aire las mareas continuas, las rociadas nocturnas y cierta aura suave desciende de los montes nevados de la cordillera y que en nada tienen que ver con los vientos orientales. A favor de unos refrigerios tan agradables es tal fa benignidad del calor excesivo, que jamás provoca a sudor estando a la sombra; de modo que los habitantes de la parte marítima se visten del propio modo en inviernoque en verano. En los valles mediterráneos, donde siempre es mayor el calor, suele subir el mercurio en el termómetro de Réaumura lo25grados, y son deliciosísimas en todo el país las noches estivas; sin embargo de lo cual, concurriendoestecaloragradableconelsubterráneo, que allí aparece más activo que en ninguna otra parte, basta para dar perfecta madurez a todos los frutos, sin exceptuar los que acuden únicamente entre los trópicos... " (1) Complementando lacondiciónbenignadel clima chileno, exento de rigores extremos , se agrega un marco geográfico de características singulares. Un vasto terri1orio donde abundan los lugares delimi1ados, de referencias cercanas y definidas que acogen y orientan la existencia humana incentivando el arraigo, es una característica propia a nuestra geografía, donde la presencia dominante y cotidiana de sus formas suscita la mayoría de las veces sen– timientos de protección e intimidad, y las menos, la amenaza de las fuerzas naturales que periódicamente se manifiestan a través de los terremotos. La naturaleza sísmica del terri1orio chileno por su ubicación en un área de importante activ1idad tectónica es , quizás, el aspecto que guarda mayor relación con la historia de nuestra arquitectura, in– cidiendo como condición preponderante. Si biein es cierto, los grandes movimientos sísmicos se presen– tan espaciados en el tiempo , no es menos cierto que las consecuencias trágicas y el grado de destrucción que ellos acarrean cuando suceden, los convierten en una preocupación latente en el campo de la arquitectura y la construcción. De la cronología de 8 terremotos acaecidos durante el período en estudio - siglo XVI al XVIII -, en el caso de Santiago sobresa– len largamente los del 13 de Mayo de 164 7 y del 8 de Julio de 1730 que, como señalamos anteriormente , significaron la destrucción casi generalizada de la ciudad en ambas oportunidades. Cabe mencionar, finalmente , dentro de los apectos del marco natural atingentes a los objetivos de nuestro estudio, aquellos recursos que el medio proveyó capaces de ser utilizados como materiales de construcción. Ocupó la madera desde un inicio un importante lugar,abundante ycercana en losprimeros años que siguieron a la fundación de la generalidad de las ciudades. En el caso de Santiago del Nuevo Extremo, con el tiempo su obtención se dificultó, llegando a reglamentarse su corte y uso por parte del Cabildo que solici1a a Don Pedro de Valdivia que " .. . fa madera que está en la ribera del rio Maipo, sea para los propios de esta ciudad con todo lo demas monte que tiene de va/dios, para que ninguna per– sona corte ninguna madera de ella; con tal adi– tamento que cualquier vecino de los de esta ciudad, pidiendo licencia a los seí1ores de cabildo, la puedan cortar libre y francamente para lo que tuvieren nece– sidad en sus casas, no siendo la tal madera para venderla ... ". (2) Ernesto Greve en la obra de la cual procede la cita anterior, sel'lala comomaderasmás utilizadas en los primeros tiempos el espino, algarrobo, canelo y patagua ; incorporándose muchos anos más tarde el uso del alerce que se traía por mar desde Chiloé a Valparaíso al igual que el Raulí y el Ciprés pro– cedente de Valdivia. La madera alcanzó una amplia gama de aplicaciones, utilizándose a la vez como material de terminación y asimismo como un impor– tante elemento estructural en techumbres y en cali– dad de soporte estático. Es posible inferir, por otra parte, desde épocas tempranas la explotación de arcillas para la fabrica– ción tanto de tejas a usar como material de cubierta, como de adobes y ladrillos para la erección de muros, dadas las disposiciones establecidas por el Cabildo de Santiago tendientes a normalizar la eje– cución y posterior comercialización de estos mate– riales de construcción. El actual Cerro Blanco en el caso de Santiago y los cerros de Peñuelas en La Serena. en los extramuros de ambas ciudades, fueron las princi– pales canteras de donde era posible extraer la piedra que sólo las construcciones más importantes y

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