Casas de Playa Ancha : la vivienda de fines del siglo XIX en Valparaíso

34 CASO 7. PEDRO LEON GALLO NO 413. En el proceso de partición de los bienes de la familia fundadora de la Población Bueras, en el comparendo de 1893, le corresponde a María Teresa Waddington el sector que linda con la Avenida Playa Ancha; la heredera es nieta de Josué Waddington y pronto esta fracción de la propiedad toma su nombre de pila, siendo más conocida como Población María Teresa. En cir– cunstancias en que comi enza a vender el loteo, en el primer decenio del siglo XX, efectúa el traspaso legal de algunos de los terrenos a nombre de su esposo Domingo Munizaga Varela, seguramente con el objeto de completar el sanea– miento de los títulos correspondientes. Es el caso del pred io de Pedro León Gallo Nº 413, ubicado en la man– zana 11 d el trazado primitivo de la Población Bueras. A partir de 1907, su primera propietaria es Francisca Sierralta viuda de Sierralta, pero dos años después, en 1909, se registra la venta a Domingo Munizaga Varela, quien, en una rápida operación, en 1910, se desprende del lote. Julio Mansilla y Blanca Plaza de Mansilla constituyen el matrimonio que adquiere el terreno con la intención de construir su vivienda; la autorización para edificar data del mismo año 1910, y la obra es encomendada a Arturo Llewelin Batchelor, arquitecto de origen inglés, largamente avecindado en Valparaíso y a cargo en ese momento de otros trabajo profesionales en Playa Ancha. El terreno se encuentra ubicado en las inmediaciones de la avenida Gran Bretaña y de la p laza Waddington, centro urbano de la población. Con una su– perficie cercana a 400 m2. y un frente de 8,60 m., la solución de la edifica– ción es continua, levantándose la vivienda entre muros cortafuegos ciegos, con un emplazamiento que desecha la alternativa de la calle Patricio Lynch y que indica una buscada extroversión a través de la elevación principal, orien– tada al sur y coincidente con la calle Pedro León Gallo, que en un comienzo posee el carácte r de avenida. El matrimonio Mansilla Plaza y sus cuatro hijos representan el típico grupo familia r de clase media que se instala en Playa Ancha en la época del centenario. Ju lio Mansilla es un alto funcionario público y su nivel económi– co le permite construir una confortable vivienda a la medida de los requeri– mientos del estrato social al que pertenece. Un programa mínimo se desarro– lla en amplios recintos, dispuestos en dos niveles. La zonificación no con– templa factores como la orientación, forzosamente sur y norte; en cambio se logra la ventilación directa y la iluminación natural de todas las dependencias, recurriendo a recursos como las dos linternas que se elevan sobre la cumbre- ra, a eje del baño y de la caja de la escalera, respectivamente. En los últimos años, la vivienda ha paliado su reducida zona de servicio mediante nuevas construcciones en el patio posterior. 1 El sistema estructural difiere de las soluciones tecnológicas habituales en la época; se compone de un entramado de madera anclado a los muros laterales de hormigón armado con perfi les metálicos. Se observa una disposi– ción simétrica de elementos resistentes, hecho que colabora a su condición estáticamente estable, aunque adolece de una respuesta adecuada a otras so– licitaciones. La obra gruesa especifica piezas de roble y de pino oregón, en tanto las terminaciones introducen de preferencia el raulí y el laurel. La ele– vación sur se encuentra revestida con un tinglado horizontal de laurel de 7", con cuidadosos detalles en las uniones a los pie derechos y en los ensam– bles de los forros esquineros, que protegen el entramado del efecto del vien– to y las aguas lluvias; en la elevación norte, más expuesta aun, se opta por el paramento de planchas de fierro galvanizado acanalado. La carpeta de planos que ingresa con su firma el arquitecto Arturo Llewelin Batchelor en el Departamento de Obras Municipales en el mes de di– ciembre de 1910, indica una concepción formal sujeta a ejes de simetría tanto en p lanta como en elevaciones; hacia la calle, la vivienda expresa una compo– sición de intenciones neoclásicas, lograda con recursos de gran simplicidad. Diversos indicios, en especial el examen del procedimiento constructivo tan unitario, llevan a suponer que las transformaciones del proyecto prim itivo datan del proceso mismo de ejecución de la obra. En el aspecto volumétrico, se inserta en el envigado de techumbre un mirador, mediante una correcta solución tecnológica que permite a la vivien– da superar su situación de encierro entre muros cortafuegos, abriéndose vi– sualmente al medio ambiente mediato. La elevación principal experimenta varios cambios. Se elimina el ante· techo y se deja a la vista la techumbre, que en un juego volumétrico se ade– lanta para jerarquizar en forma marcada el acceso; se introducen soluciones decorativas tales como el tratamiento de las maderas del balcón y otros ele– mentos ornamentales que en esencia recuerdan manifestaciones de raigambre neogótica. La composición resultante muestra un lenguaje arquitectónico in· tegrado con recursos de dos estilos, dispuestos en una conjunción formal que logra finalmente destacada presencia en el perfil urbano de su contorno.

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