Sueño de amor : historia de una película en los albores del cine sonoro latinoamericano
34 lleva a Buenos Aires durante el mes de agosto. Arrau también señaló: “El cine mejicano era muy primitivo en aquella época. Yo fui un actor improvisado. Nunca vi el film completo…solo algunos pasajes. En reali- dad, algunas de las escenas de amor me parecieron bastante buenas. (Ríe) Allí era donde un actor improvisado podía desempeñarse mejor. Lo peor fueron las escenas donde debía estar enojado. Eso me resultó muy difícil” (Horowitz, 1984, p. 174) De este periodo data otra de sus experiencias inéditas, ya que “Interpreta, por primera vez en el mundo, toda la obra para teclado de Bach en doce recitales en Berlín” (Merino Montero, 2004 p. 121). Está documentada una última exhibición de la película en los Estados Unidos durante el mes de enero de 1936 en el Teatro Campoamor, destinado exclusiva- mente a proyectar cine hispanoparlante y donde había actuado Carlos Gardel. La proyección se da, posiblemente, como el intento por posicionar la figura de Arrau en dicho país, tal como señala la crítica realizada por Harry T. Smith para el New York Times , quien además resumirá con precisión el rol del pianista en la película: “Por qué debió ser el cine mejicano el encargado de producir un film basado en la romántica vida de Franz Liszt, el gran pianista y compositor húngaro, probablemente pasará a ser uno de los tantos misterios del mundo cinematográfico. Sea como fuere, José Bohr, el actor y director argentino, con la capaz colaboración de Claudio Arrau, el talentoso pianista chileno, ha producido algo valioso en Sueño de Amor , la presente atracción del Teatro Campoamor. Si bien es posible señalar algunas fallas técnicas en esta obra suma- mente entretenida, éstas resultan insignificantes frente al excelente trabajo de actuación y ejecución:…del señor Claudio Arrau y el, en general, competente respaldo de quienes lo acompañan… En cuanto al aspecto musical, los puntos más sobresalientes son las interpretaciones de Liebesträume, La Chasse y la Segunda Rapsodia Húngara , esta última ejecutada por una orquesta. Pese al decorado de “estudio”, la atmósfera de la Europa de mediados del siglo pasado resulta bastante realista. Una escena bastante impactante muestra la recepción que una banda de gitanos brindó a Liszt, cuando este visitó su lugar natal luego de un lapso de varios años. Debe reconocerse que unos pocos incidentes más dramáticos podrían haber convertido
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