Sueño de amor : historia de una película en los albores del cine sonoro latinoamericano

10 Los inicios del cine sonoro en México El estreno en el año 1927 de “The Jazz Singer” (Alan Crosland, 1927), la primera pe- lícula argumental parlante que obtiene éxito comercial, derivó en la masificación del cine sonoro en todo el mundo, marcándose con ello una verdadera revolución tecnológica. La barrera idiomática y cultural fue uno de los primeros obstáculos surgidos en la industria hollywoodense, debido a que la explotación comercial de esta nueva tecnología se veía limitada, ante lo cual se buscaron soluciones poco satisfactorias para no perder los mercados de habla no inglesa, entre ellos, el rodaje industrial de películas en diferentes idiomas. También surgirán, durante la década del treinta, los primeros intentos por realizar cine sonoro en cada país, con sus propias tecnologías pero también con temáticas, personajes y lecturas culturales propias. En Latinoamérica, México es el primer país en rodar un largometraje sonoro, con- virtiéndose en los años cuarenta en una de las mayores cinematografías del mundo y la principal de habla hispana. En ello, un elemento preponderante es la cercanía geográfica con los Estados Unidos, lo cual permitió que numerosos técnicos y artistas mexicanos estuviesen en contacto con las tecnologías de la gran industria, y a la vez recibir hacia 1930 la visita de artistas que se desempeñaban en las pe- lículas hispanoparlantes producidas en Hollywood, entre ellos el guionista español Baltazar Fernandez Cue, y los actores José Bohr, Tito Davison y Lupita Tovar, entre varios otros. En este proceso también es preponderante la adquisición de cámaras y equipos de sonido importadas desde Estados Unidos, permitiendo elevar el nivel tecnológico e instalar niveles industriales de producción, incidiendo así en la creación de nuevos estudios como “México Films” de Jorge Stahl en el año 1932 o los “Estudios Churubusco Azteca” en 1945. Lo anterior se dará con la venia de un gobierno progre- sista, que buscaba fomentar la creación de industrias nacionales: “En 1933, Lázaro Cárdenas inicia su campaña para la presidencia y cuando asume el gobierno retoma algunos principios de la Revolución, impulsando la educación y afectando intereses oligárquicos” (Oroz, 1995, p. 106). La triangulación entre elementos artísticos, tecnológicos y el desarrollismo nacionalista, genera un campo para el fomento a la producción de películas mexi- canas, produciéndose un fenómeno único en el continente que deriva en la ins- talación de un polo cultural que convoca a artistas de diversos países de la re- gión, como la argentina Libertad Lamarque, la cubana Ninón Sevilla y la chilena Hilda Sour 1 . Será una instancia industrial relativamente similar a la ocurrida con las talkies hispanoparlantes norteamericanas 2 , aunque esta vez realizadas solamente por latinos y bajo contextos culturales completamente diferentes.

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