El sexto continente : filmación en la Antártica chilena 1916-1973

27 nuestro territorio. A través de una fotografía excelente y de una presentación amena, “Antártida chilena” ofrece, mediante una sucesión de imágenes sorprendentemente hermosas, la labor que hicieron marinos, aviadores, geólogos, escritores y otros hombres de ciencia, con el objeto de conocer e investigar las condiciones y riquezas del continente antártico en la porción que nos pertenece. Tanto el paisaje como la extraña fauna antártica nos maravillan constantemente. Cuando ha transcurrido la hora veinte de su duración, ya el espectador se siente identificado con la aventura de los arriesgados expedicionarios, puesto que, mediante el milagro de la cámara, ha sido capaz de acompañarlos en el prodigioso viaje. Numerosos aciertos registra la fotografía del film, a cargo de Hans Helfritz y Hernán Correa. Armando Rojas Castro merece un especial y caluroso elogio por la forma destacadísima con que compaginó la película, logrando imprimirle un ritmo ágil y un renovado interés, gracias al juego de imágenes e incidentes. En resumen, “Antártida chilena” es un excelente documental de largo metraje, que puede ser exhibido con orgullo en todo el mundo, para mostrar aspectos tan espléndidos como ignorados de nuestro país” ( Ecran , nº 883, 23 de diciembre de 1947, p. 22). La película rompió con una tradición de representación de la chilenidad dada en películas de ficción que centraban el relato en el entorno campesino y que exaltaba el paisaje bucólico originado en una configuración de mundo propia del siglo XIX. De manera casi paralela a “Antártida chilena”, se estrenaron en salas chilenas las películas “El amor que pasa” (José Bohr, 1946), “Si mis campos habla- ran” (José Bohr, 1947), “Bajo la cruz del sur” (Adolfo Berchenko y Alberto Santana, 1947), “Yo vendo unos ojos negros” (Joselito Rodríguez, 1947), “Tonto pillo” (José Bohr, 1948), “Mis espuelas de plata” (José Bohr, 1948) o “El paso maldito” (Fred Matter, 1948), todas ellas con temáticas que aluden a una idea sublimada del campesinado chileno, configuración emparentada con la estética impresa en la canción huasa de comienzos del siglo XX, cuyos máximos exponentes fueron Los Huasos Quincheros y Los Cuatro Huasos 10 . En el caso de “Antártida chilena” la configuración visual de paisaje toma distancia de la identidad cultural marcada por las bondades de un paisaje agroproductor, e instala la épica del viaje como representación simbólica de la vastedad territorial y la naturaleza humana. Es im- portante remarcar cómo la tecnología desempeña un rol preponderante incluso en el off , ya que la película en sí misma es el despliegue de la técnica al servicio de la construcción de un paisaje. Aparentemente la película tuvo un relativo éxito, ya que durante el mes de enero de 1948 aún continuaba en cartelera, tal como lo señala el crítico de cine “Pancho Pistolas”:

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