Artistas en la industria: los orígenes del cine sonoro chileno

famosos intérpretes del periodo como Ester Soré o Nicanor Molinare. Igualmente el argumento de “El hechizo del Trigal” parece la adaptación al cine de los motivos centrales de las canciones de esta corriente, como son el culto a la belleza de la mujer, el amor imposible, la sublimación de la tierra o la exacerbación del mundo campesino en oposición a la modernidad: “Un muchacho de campo ama a la hija de su patrón y padrino. Un ingeniero que viene de la ciudad se interesa en la joven quien le corresponde en contra de su voluntad. El final es fácil de predecir. Triunfa “el hechizo del trigal” con toda la chilenidad inherente: hay cuecas, rodeos, esquinazos, paseos campestres, discursos de sobre- mesa y todo el artificio imaginable para hacer de ésta una fiesta “muy chilena”” (López Navarro, 1997, p. 30) Como se puede apreciar, el cierre de este periodo está condicionado por emplear el cine sonoro como un lenguaje abiertamente relacionado que empieza a desarrollarse de manera industrial al alero de las primeras empresas producto- ras, exaltando lo nacional desde una perspectiva desarrollista como ideológica. Finalmente, será en 1942 cuando el Estado sus propios estudios cinematográficos “Chilefilms”, destinados a desarrollar una cinematografía nacional de claro alcance masivo. Casi paralelamente, Jorge Délano se asocia con Jorge Spencer para crear los estudios Santa Elena, mientras que José Bohr retorna al país desde México, con el objetivo de reiniciar una nutrida filmografía que inicia con “P’al otro la’o”, de 1942, la primera coproducción de Chile con Argentina. 60

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