Artistas en la industria: los orígenes del cine sonoro chileno
bien se ponían al servicio de un tipo de cine centrado en la moda o la vida íntima de las estrellas, proyectaba en sus páginas la necesidad de apoyar producciones nacionales, aunque siempre instalando el modelo de Hollywood como parangón. Es de acuerdo a esto que el fuerte de producción para el cine chileno de este periodo no debe encontrarse en los proyectos industriales, sino en el desarrollo de películas pensadas desde fuera de esta lógica, como las del Instituto de Cinematografía Educativa de la Universidad de Chile y los noticieros documentales del periodo, proyectos que siempre contaron en el equipo a los ingenieros Vivado, Spencer y Beier, responsables de impulsar la producción local de películas sonoras 34 35 , incluso crearán sus propias empresas productoras 36 . El cierre de este episodio estaría marcado en el año 1941, cuando se evidencia un alza en los intentos por desarrollar cine comercial con marcado acento local, posiblemente ya dominada la técnica del registro. Es el caso de “El Hechizo del trigal” (Eugenio de Liguoro, 1939), “Hombres del sur” (Juan Pérez Berrocal, 1939) o “Dos corazones y una tonada” (Carlos García Huidobro, 1939) que resignifican el éxito de la canción huasa en películas que toman los motivos centrales de dicha corriente musical. Se entiende por canción huasa a una corriente musical de principios del siglo XX, cuya popularidad se amplía con la radiofonía, y que en palabras del académico Juan Pablo González se caracteriza por: “La estilización del folclore campesino chileno (…) emprendida por sectores urbanos ligados al campo por su condición de inmigrantes o dueños de tierras, en un intento por desarrollar símbolos propios de identidad nacional” (González, 1995, p. 14) Es también una representación idealizada de lo chileno, discurso que se opone a otras corrientes culturales denominadas como extranjerizantes, y que comienzan a introducirse en el país con éxito, entre ellas la música ranchera mexicana, el tan- go argentino o el bolero cubano, acompañados de soportes visuales como gráfica, ilustración o fotografía. La canción huasa sería también una respuesta a estos modelos, y que Juan Pablo González, define también bajo el rótulo de “Música Típica Chilena” 37 : “sus intérpretes destacados están ligados al medio social patronal, lo que se aprecia en el refinamiento musical de sus voces, su rica vestimenta, el medio donde actúan, su fácil acceso a los medios de comunicación, su educación, profesión y cultura, sus bromas y caricaturas del campesino, sus creencias e ideales” (González, 1995, p. 18) En la película “Dos corazones y una tonada” interviene la agrupación “Los Cuatro Huasos”, posiblemente la más emblemática de esta corriente, junto a otros 59
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