Artistas en la industria: los orígenes del cine sonoro chileno

32 “Mi anhelo era que Chile fuera el primer país de Sudamérica que produ- jera una película hablada de largo metraje, con sonido grabado directa- mente en el celuloide” (Délano, 1964, p. 173) Délano retrataría este aire provinciano de los chilenos enfrentados a la “meca del cine” en su película “Hollywood es así” (1944), en la cual María, una “jovencita pueblerina” gana un concurso consistente en un idílico viaje a Hollywood. Algo autobiográfico puede existir en esta película, ya que la muchacha finalmente opta por retornar a su país, aún cuando existe la posibilidad de transformarse en una estrella mundial. Las primeras películas sonoras en Latinoamérica Las dimensiones e implicancias culturales del cine no podrían comprenderse sin con- siderar el alcance popular que éste experimenta con la llegada del sonoro. Como nuevo polo de las industrias culturales a nivel mundial, y a la par con la radiofo- nía y las casas discográficas, fueron cantantes, actores de radioteatro o bailarines quienes desbordaron las posibilidades del cine silente, y pasaron a protagonizar las primeras películas que implementaron la tecnología del cine sonoro en la región, ilusionándose también con replicar el modelo de Hollywood basado en la frivolidad y el star system . El cine sonoro no solamente fue un producto cultural del capitalismo, sino también un campo donde numerosos artistas latinoamericanos encontraron una posibilidad moderna para definir el estatus al cual quisieron pertenecer, avala- dos en su fama por un público que afanosamente los legitimó. Los pensamientos nacionalistas, que irrumpen en la región a partir de finales del siglo XIX 19 , penetraron en los modelos de producción del cine latinoamericano desde mediados de los años veinte, donde la estética y las posiciones morales frente al mundo moderno marcarán una idea subjetiva de pertenencia, delimitando arque- tipos en torno al “otro” que permitieron conceptualizar políticamente una primera persona colectiva. Fue la época en que se publica “Raza Chilena” (Nicolás Palacios, 1904) y “La Raza Cósmica” (José Vasconcelos, 1925), pero también es cuando se masifica el tango argentino, el bolero cubano y el corrido mexicano, que gracias a la radiofonía y los discos logran expandirse por Europa y Norteamérica, configu- rando una relectura popular de las identidades latinas. Esta caracterización esté- tica del sujeto latinoamericano va forjando, a partir de los años veinte, una figura que encuentra en el cine un campo escritural que servirá de base para instalar re- latos en torno a la re-significación de la historia 20 , o instalar representaciones de la patria 21 .

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