Artistas en la industria: los orígenes del cine sonoro chileno
30 Luis Bayón Herrera y Manuel Romero, narraba la historia de Anselmo, patrón de una estancia Argentina a la que llega casualmente un empresario teatral desde Buenos Aires, quien al oír cantar a su novia Elvira, decide contratarla: las “luces de Buenos Aires” la encandilan para emigrar a la capital. Este relato es la representación de la ilusión que numerosos artistas latinos llevaban a cuestas, probando suerte en el mundo de las artes y la industria, documentando el rol cultural que la industria del cine significa para la región. Posteriormente, Gardel se traslada a Estados Unidos para filmar en 1934 “Cuesta abajo” y “El tango en Broadway”, ambas dirigidas por el francés Louis Gasnier. Icónica y trascendental, la obra fílmica de Gardel representa un periodo marcado por el alcance de la música latinoamericana fuera del continente, significando con ello el alcance hacia otros intérpretes y compositores que también incursionan en la gran pantalla, como el caso del chileno Francisco Flores del Campo, que en 1935 figura junto a Gardel en “El día que me quieras” (John Reinhardt), y en su retorno a Chile realiza la música para la obra de teatro “La pérgola de las flores” (1960), una de las más importantes de la dramaturgia nacional. Otro chileno que también participó en Joinville fue Jorge Infante Biggs, que di- rigió las películas “La dama que ríe” (1929) y “Salga de la cocina” (1930), además de actuar en “Luces de Buenos Aires”. En Chile había participado como actor en la época del cine silente, dirigido por Carlos Borcosque en “Martín Rivas” (1925), “Traición” (1923) y “Hombres de esta tierra” (1923) 17 . Oriundo de San Fernando, según la investigadora Alicia Vega: “Viaja a Francia con el cargo de Agregado Cultural y protagoniza El Navío Ciego, película que dirige el chileno Adelqui Millar. Regresa a Chile en 1945 y (…) opta por dirigir documentales” (Vega, 2006, p. 125) El aparente boom descrito, tiene un pronto declive debido a que se perfeccio- na la técnica del doblaje, lo cual hizo poco rentable la producción de películas exclusivamente habladas en español. De esta manera, hacia 1933 se empiezan a pro- ducir las últimas películas bajo este modelo, y que actualmente resultan curiosas pie- zas de colección. Coincide con la gran crisis económica que se gatilla a partir del 21 de octubre de 1929, cuando la Bolsa de New York evidencia un profundo decaimiento que repercute durante años en todo el mundo, llegando en 1932 a su punto más dra- mático, periodo conocido como el de la Gran Depresión: La cesantía alcanza la cifra más alta de toda la historia de la civilización industrial: 40 millones de cesantes en el mundo, de los cuales 13 millones en Estados Unidos y más de 6 millones en Alemania” (Mouesca y Orellana, 1998, p. 139)
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