Artistas en la industria: los orígenes del cine sonoro chileno

27 industrial 15 . Sin embargo, y según relata en sus memorias, Délano nunca recibió el dinero de la prometida beca, obligándolo a emplearse como extra de películas, mientras que su familia debió desempeñarse en labores que les permitieran obtener recursos para sobrevivir: “Mi hijo, después de clases, vendía diarios en Hollywood Boulevard, y con su entrada y la mía nos proponíamos subsistir hasta el momento que llegara el esperado giro con mis sueldos atrasados de ‘La Nación’” (Délano, 1956, p. 223). Las talkies para latinos tuvieron una vida efímera, y en muchos casos no tuvieron la misma relevancia que su versión original angloparlante. Un caso excepcional fue la “versión hispana” de “Drácula” (1931), film de horror producido por Universal, dirigido en su versión angloparlante por Tod Browning y protagonizado por el icó- nico actor Bela Lugosi. Paralelamente se filmó una versión destinada a públicos latinoamericanos, que contó con la dirección del norteamericano George Melford, y los roles protagónicos del español Joaquín Villarías, la mexicana Lupita Tovar y el argentino Barry Norton, cuyo nombre real era Alfredo Carlos Birabén. Si bien la película es una curiosa mezcla de acentos, es también un intento por hacer una película autónoma respecto a su par, lo que le ha valido ser considerada hasta hoy como un film de culto, reivindicándose como una clara muestra de la capacidad artística de los realizadores. Simultáneamente al rodaje de las producciones hollywoodenses, se elaboraban en idioma español las producciones de la Paramount, rodadas en los estudios franceses Joinville: “construyó un gran complejo con seis estudios, el cual albergaba a directores, técnicos y artistas de las más variadas nacionalidades, y sobre la base de los patrones artísticos establecidos por la industria norteamericana pretendía convertirse en una gran fábrica de pro- ductos cinematográficos. Las películas eran habladas en más de diez idiomas diferentes (francés, español, yugoslavo, ruso, noruego, danés, entre otros)” (Barsky y Barsky, 2017, p. 88). Joinville se convertiría también en un importante epicentro para la producción de películas habladas en español, adquiriendo relevancia con la contratación de Carlos Gardel, la mayor estrella de la canción latinoamericana en dicho momento. En Joinville, un rol preponderante lo tendrá el chileno Adelqui Millar 16 , nombra- do jefe supervisor de películas en español y uno de los directores más prolíficos del periodo. Dirige en 1931 “Luces de Buenos Aires”, la primera película sonora de Carlos Gardel que tuvo un alcance mundial. El guión, escrito por los dramaturgos

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