Artistas en la industria: los orígenes del cine sonoro chileno

26 filmando a continuación “Así es la vida” (1930), versión hispana de “What a Man!”, una comedia romántica dirigida por George Crone, donde compartía roles con las mexicanas Anita Magaña y Lolita Vendrell: “En la cinta Bohr interpreta el tango “Son cosas de la vida”, de él y Eva Limiñana, y los foxtrot “¿Qué tienes en la mirada?” y “Mi princesi- ta”, de ambos autores” (De la Vega Alfaro, 1992, p. 34). Posteriormente realiza “Rogue of the RíoGrande” (Spencer Gordon Bennet, 1930), un western hablado en inglés donde interpreta a un galán latino, que habría tenido escaso éxito comercial. La última película de este periodo data de 1931, “Hollywood, ciudad de ensueño”: “(...) un producto convencional inspirado en episodios biográficos del propio Bohr (…) en el que, después de varias peripecias y líos pasio- nales, un joven sudamericano conquistaba la famosa “ciudad de la ilusión”, pero una serie de intrigas lo obligaban a retornar a su país de origen convertido en un paria” (De la Vega Alfaro, 1992, p. 34). En 1932 Bohr inicia en una gira artística por diversos países del caribe, entre los que se cuenta Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala, Colombia, Venezuela y finalmente México, donde se radica para iniciar una nueva etapa en su carrera como cineasta, convirtiéndose en un pionero del cine sonoro de este país. Otro chileno con un paso por Hollywood fue Jorge Délano, que previamente había dirigido cuatro largometrajes durante el periodo silente, obteniendo reconocimien- to internacional en el año 1929 tras exhibir en España “La calle del ensueño”, bajo el contexto de la Feria Internacional de Sevilla. Era considerado uno de los más importantes cineastas chilenos del periodo junto a Borcosque y Pedro Sienna, y por medio de su cuñado Pablo Ramírez, Ministro de Hacienda del gobierno de Carlos Ibáñez del Campo, le es proporcionada una beca para viajar a los Estados Unidos: “(...) me avisó que se había decidido enviarme a Hollywood, a estu- diar los secretos del cine hablado. Iría con un sueldo de trescientos dólares, con la obligación de enviar dibujos y artículos, además de atender diversos encargos para el diario.” (Délano, 1956, p. 197-198) Délano llega a Estados Unidos en marzo de 1930, donde es recibido por el emba- jador de Chile, Carlos Dávila, quien lo pone en contacto con David O. Selznick, uno de los mayores productores de cine del periodo. Inicia así su peregrinar por diversos estudios hollywoodenses, observando cómo se producían las películas a escala

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