Cineclubismo y educación

/ 63 con un público. Esta modalidad de trabajo se adecua muy bien cuando hay un experto(a) invitado(a) por el cineclub a comentar una película, sumando otras lecturas desde distintos campos disciplinarios que permiten elevar el sentido de la obra, y producir nuevas conexiones. Aunque esta propuesta es general, a partir de la experiencia es posible identificar una modalidad dife- rente de exposición, análisis, interpretación y conclusión cuando se invita a un(a) realizador(a) audiovisual a pre- sentar su obra. En este caso, el proceso no solamente toma la forma de un viaje interpretativo personal y colectivo de la audiencia, sino además una contrastación (entre el/los discurso/s del público) y la experiencia del realizador(a), que puede derivar en una especial retroalimentación para el(la) realizador(a): los cineclubes permiten la libre comu- nicación entre realizadores y públicos que no necesaria- mente son especializados, democratizando el ejercicio de análisis y crítica audiovisual, transformándolo en un acto social que no tiene la finalidad de ser complaciente con el invitado ni con la obra, sino por el contrario, estimula la toma de posiciones críticas por parte de lo que conceptual- mente denominamos como “público activo”, un término muy distinto al de “audiencias” o “espectadores”. En es- tos casos, la sesión toma la forma de un diálogo abierto, donde el(la) moderador(a) es interlocutor entre público e invitado(a), acercando las visiones de ambos y sintetizan- do conclusiones. Así, el ejercicio de cineclubismo existe no solamente como una experiencia de análisis e interpreta- metodología Cineclubismo y educación

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