La intuición en la actuación
50 hacia la inmovilidad del jugador, y ésta a su vez, a la pérdida del vértigo que por esencia tiene todo juego. Entonces, ya no existirá un interés real por jugar, y el juego comenzará muerto. Durante mi formación como actor, siempre me pareció curioso el hecho que, en muchos de los ejercicios actorales utilizados en clases, se entregaran instrucciones breves, claras y concisas. Sin embargo, nunca faltaban los estudiantes que pedían especificar los vacíos de dichas instrucciones; los cuales solían no tener mucha importancia o podían rellenarse intuitivamente. En general, mientras más aclaracio- nes de este tipo se realizaban, más se acotaba el marco de reglas del ejercicio, quitándole libertad al estudiante para poder realizarlo intui- tivamente y descubrir posibilidades que éste podía entregar. En con- secuencia, mientras más se iban acotando las instrucciones dadas, el ejercicio se volvía más aburrido y menos interesante de realizar. Ocurría un efecto similar cuando el profesor no daba instrucciones lo suficientemente claras para realizar tal ejercicio; como cuando la indicación era ‘tema libre’. Ese exceso de ‘libertad’, en realidad estaba coartando la libertad de creación; pues sin ningún tipo de margen en el que apoyarse, el ejercicio terminaba por no despegar nunca. Pero ¿por qué sucedía esto? Para acercarme a una explicación a esta problemática, me gustaría pensar en la puesta en escena desde la perspectiva del juego. Veremos, entonces, de qué manera se estable- ce un paralelo entre la escena teatral —vista específicamente, desde la actuación— y el juego. En qué se relacionan y de qué manera la intuición se convierte un eje fundamental a la hora de jugar/actuar. No es casualidad que las palabras actuación y ‘obra de teatro’ en diversas lenguas europeas sean sinónimos de la palabra juego ( igrá en ruso; to play, en inglés; jouer en francés). Esto ya nos indica que el acontecimiento escénico es de por sí una clase de juego. Y sabemos que todo juego —para tener tal condición— requiere de reglas para poder ser jugado. Estas reglas, entonces, deben ser conocidas por el jugador para que éste pueda desempeñar su rol de manera satisfacto- ria. En fútbol, por ejemplo, no podemos tocar la pelota con las manos;
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