Poesía Chilena en dictadura y postdictadura

96 | del viaje, patente, por ejemplo, en una frustrada apertura perceptiva de la que solo emerge el anhelo solitario de la enunciante como punto de parti- da, aquella carencia inicial que aludí p rrafos antes y que se sintetiza en el si- guiente verso: No se ve un alma. Abiertos los ojos como alguna vez abrí ventanas y sólo divisé el deseo de ver (73). En el di logo epocal del poemario la dictadura es el dato pretérito (“la hojarasca de la historia”(77)) de un origen negativo (“Vengo del país de los Vertederos Eternos” (67), “(…) del País de Nunca Acabar y de Nun- ca Contar” (78)), una situación convulsa (“Era la Ley de Selva” (77)), falsa (“Zarpé de Puerto Engaño” (77)), que provee de un encierro cuya violencia emerge entre la multiplicidad enumerativa de nombres (“Vengo del País (…) de Tres y Cuatro Álamos 6 ” (67)) señas y voces entre las que destaca el dicta- men explícito de la fuga hacia el fin: “HAY QUE IRSE / (Coro Nacional)” (77). A esta dispersión o pérdida de las certezas, responden las significa- ciones del viaje desde variadas perspectivas paralelas, a veces desde un tono fant stico e hiperbólico (“el escualo que monto / como meteoro o granizo” (65)). Otras veces mediante la cita de la crónica o diario enmarcado: “Con buen tiempo, el 12 de octubre de 1987 / he cruzado la frontera” (67); o des- de una dimensión metapoética, trazando un viaje de y en la escritura, que es descubierta —palpada— conforme se avanza: La p gina no es pasamano ni pasatiempo ni baranda para niños. La p gina del vacío aparente viene escrita sólo hay que tactar (68). 6  Cuatro Álamos corresponde a un centro clandestino de detención y tortura y Tres Ála- mos, a un campamento de presos políticos. Estas referencias se coordinan con otros se- mas flotantes del poema en torno a la tortura, por ejemplo: “Soy lengua ampollada por la / electricidad” (66).

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