Poesía Chilena en dictadura y postdictadura

12 | surgen con fuerza las voces que hoy consideramos fundamentales dentro de la poesia chilena reciente, como Raul Zurita, Rodrigo Lira, Elvira Hernán- dez, Juan Luis Martinez, Diego Maquieira, Tomás Harris, Soledad Farina o Malu Urriola, por mencionar solo algunos de los nombres más destacados. Ante esta multiplicidad de voces y la diversidad de las propuestas esteticas, el quehacer de los estudios literarios encuentra un desafio perma- nente, no solo por la heterogeneidad de los discursos puestos en circulacion por los y las poetas, sino también por las complejas relaciones que los tex- tos establecen con sus condiciones de produccion, circulacion y recepcion, la densidad de las referencias intertextuales y, como queda dicho, la elabo- racion de una forma de lenguaje casi sin precedentes en la tradicion poeti- ca chilena. De estas caracteristicas surge la necesidad no solo de estudiar la poesia del periodo dictatorial, sino de establecerla como un campo especifi- co de investigacion, el cual exige, por ejemplo, la revision y elaboracion per- manente de herramientas teoricas y conceptuales que permitan su mejor comprension, tanto desde la perspectiva de la investigacion como desde el mbito cultural. Aproximación al contexto cultural en dictadura No es un misterio que el período dictatorial en Chile fue un tiempo extre- madamente duro y complejo para la gran mayoría de la población. La apli- cación sistem tica del terror por parte de las fuerzas militares tuvo —y con- tinúa teniendo— efectos profundos en la estructura social, pero también en las relaciones cotidianas de chilenos y chilenas. El giro de la dictadura ha- cia el experimento neoliberal iniciado en 1975 por los Chicago Boys se ha- bía extendido sin contrapeso, precedido y hecho posible por la represión generalizada de los potenciales opositores a la instalación de este modelo. Adem s del control de la economía, la dictadura intentó ejercer su domi- nio pr cticamente en todas las reas del quehacer nacional, lo que incluyó los medios de comunicación y las instituciones educativas. Por otra parte, el estado de sitio (reemplazado luego por el estado de emergencia) y el consi- guiente toque de queda produjeron un corte radical en las actividades cultu- rales y de esparcimiento, especialmente en las grandes ciudades. Esta medida

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