Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
| 39 | (6) Seis: hibridez, simulación, y poesía en Lumpérica de Diamela Eltit Dar un lugar a la imaginación es abrir la escritura hacia nuevos hori- zontes de posibilidad, en la que la escritura ya no habla sobre algo que pasa o que pasó dentro de una realidad dada, sino que inscribe una realidad en un aquí y ahora fugaz mediante cuerpos, texturas y lenguajes. En otras palabras, la escritura de Lumpérica crea realidad, posibilita realidades y proporciona nuevos sentidos, los cuales permiten incorporar al mundo lo que fue arreba- tado o de antaño relegado al margen. La potencia de la imaginación concede a la escritura la facultad de reinvención, de creación enajenada. En Lumpérica esta facultad se muestra generosa en tanto se advierte un cuestionamiento de las preconcepciones del quehacer literario, de todas aquellas construcciones monolíticas que se sustentan en el canon. Y, según parece, son puestas en cuestión precisamen- te mediante la simulación de un hablante lírico (L. Iluminada) que derrama confusión, inquietud y exégesis. Este hablante lírico que tiende a la glosola- lia pone en jaque la normalidad del lenguaje para hacer surgir o devenir una lengua otra, una lengua menor, la cual se caracteriza por desviar o corrom- per la ley que hace o estría el territorio; por desviar la escritura hacia un te- rritorio marginal y, de esta manera, romper con el orden de la significancia que destina cada elemento a su lugar único o específico. Así pues, en el apartado “Los grafitis de la plaza” se advierte que la escritura deviene una inscripción material que se graba sobre paredes, ban- cas, pisos, luminarias y cuerpos que acontecen en el espacio público don- de yace L. Iluminada. Se trata de inscribir el espacio imaginado como una reflexión crítica en torno al margen y en torno a los repartos unívocos y a las normativas que los permiten. De esta manera, las expresiones: la escritu- ra como proclama (139), como desatino (140), seducción (142), engranaje (143), etc., en el citado apartado se vuelven protagonista y, al mismo tiem- po, escenario fugaz de la novela. La simulación de lo lírico permite reflexio- nar, experimentar e interpelar en una aparente atmósfera de soledad que sin embargo se exterioriza y hace pública. En otras palabras, esa intimidad asu- mida de la escritura se desdobla en palabra pública, palabra que se inscribe en la plaza y en los cuerpos desharrapados que la transitan.
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