Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
| 27 | Estupor y silencio. 45 años de poesía en Chile ra” en el Parque Forestal, y en el de Bachelet, con la inclusión en el Festival Santiago a Mil de la compañía francesa Royal De Luxe, quienes presentan en la capital su recordada “pequeña gigante”. En el campo específicamente poético, a inicios de la década de 2000, m s concretamente en el año 2004, ver la luz la antología Cantares. Nuevas voces de la poesía chilena . Llevada a cabo por Raúl Zurita, esta anto- logía fue polémica incluso desde antes de su publicación. La discusión llegó al punto que el propio Zurita publica en el diario Las Últimas Noticias una breve columna titulada “Que se jodan, que se pudran”, dirigida a quienes ha- bían denostado la publicación. En dicha columna, que comienza con el poe- ma “Padre nuestro”, de Héctor Hern ndez, Zurita señala que “Quien haya leído este poema de Héctor Hern ndez Montecinos (incluido en “Cantares: nuevas voces de la poesía chilena”) y afirme que es un bodrio, es un delin- cuente cultural. No entiende absolutamente nada de nada y no tiene dere- cho a opinión” (parr. 1). La polémica en torno a la publicación y las palabras de Zurita no quedaría ahí, sino que acompañaría en mayor o menor medida a la llamada generación “Novísima”, integrada por algunos de los autores in- cluidos en la antología, como el mismo Héctor Hern ndez, Paula Ilabaca, Pablo Paredes y Gladys Gonz lez. Aunque no es posible hablar de una sola estética, los y las poetas pertenecientes a la Novísima apuestan por la inclu- sión de temas hasta ese momento rehuídos o con poca presencia dentro de la poesía chilena, como por ejemplo las identidades queer o la figuración de los espacios de la periferia urbana, tem ticas que se han instalado con fuerza desde entonces. Aunque no es posible ofrecer un panorama completamente deta- llado del mbito poético de los años m s recientes, sí parece factible men- cionar que este ha estado estrechamente ligado a la proliferación de las mi- croeditoriales, llamadas “independientes” o incluso “culturales”, en tanto sus gestores conciben su actividad como un aporte a los espacios literarios, a la promoción de nuevos autores e incluso como una actividad contrahege- mónica con respecto a los grupos editoriales trasnacionales, m s que como una actividad exclusivamente económica. En ese sentido, tanto las tem ticas como las estéticas que hallan cabida en estas editoriales son muy diversas,
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