Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
| 25 | Estupor y silencio. 45 años de poesía en Chile En una línea similar, pero situadas completamente en el período postdictarorial, emerge la escritura de Maha Vial y Malú Urriola. Ambas es- critoras comienzan a publicar en los ochentas, y su obra se proyecta hasta la actualidad, articulando como eje central de sus poéticas el cuerpo femenino subyugado; dicho de otro modo, la corporalidad situada desde “otro” lugar de enunciación. En el caso de Vial, el cuerpo femenino sigue siendo relega- do, en la contemporaneidad, a un espacio subalterno o, como advierte Gon- zalo Schwenke, se trataría de “cuerpos periféricos relegados”. Bajo esta pro- puesta, Maha Vial viene a instalar como foco central de su prosa poética “las penurias de las mujeres que trabajan en la prostitución” y “la recuperación de los cuerpos femeninos que est n subordinadas, discriminadas, y condena- das por medio de la (auto) erotización de lo femenino”. En el caso de Malú Urriola, de modo específico en Hija de perra (1998), se presenta la met - fora como reflejo de una incidencia cultural, histórica y de género. De ello da cuenta Ignacia Parra cuando señala que Hija de perra no es una met fora que tiene como objetivo “embellecer el poema, sino, m s bien, su función se enmarca en exponer la violencia de género que sufren las identidades feme- ninas que se hallan marcadas por una herencia dictatorial”. En definitiva, los lugares de enunciación en que se sitúan las poéticas de Maha Vial y Malú Urriola supone un espacio fructífero que quedar asentado como una de las líneas poéticas de mayor preponderancia durante las dos primeras décadas de este siglo. El siglo XXI, desencanto y actualidad Si ya durante los primeros años de la transición a la democracia un sector de la población chilena se había sentido desilusionado e incluso traicionado por la continuidad del proyecto neoliberal en el país, la década inicial del si- glo XXI traería consigo las primeras muestras colectivas de ese desconten- to, manifestaciones que se volvían gradualmente m s confrontacionales con los grupos políticos. Tras la elección de Ricardo Lagos en segunda vuelta, en enero de 2000, tras una extensa campaña en la que se fijaba el objetivo de hacer de Chile un país desarrollado en el plazo de diez años, el ambiente po- lítico parecía dividido en dos grandes corrientes: quienes veían con cierta es-
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