Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
24 | tingente de la década anterior. En este gesto de mirar fuera de las propias fronteras es posible apreciar también una especie de deseo que subyace en todo el mundo cultural e intelectual de la época, y es la necesidad urgente de “ponerse al día”, de conocer, absorber e integrar una serie de discursos a los que se tuvo poco o ningún acceso durante la dictadura. No solo poesía, sino también filosofía, teoría crítica y cultural son parte de este torrente de textos sobre los que poetas e intelectuales se vuelcan con tanto entusiasmo que muchas veces se deja de lado la distancia crítica en favor de una especie de apostolado teórico. El mismo Véjar, en el ya mencionado prólogo, cita un artículo del poeta y profesor de la Universidad de Chile, Andrés Morales, respecto de los poetas de los noventas: “La evidencia clara de una formación literaria mucho m s sólida que en sus predecesores de los años ochentas, si no universitaria, al menos manifiesta en tanto se busca una relación mucho m s estrecha con la poesía cl sica universal y, también, con voces contem- por neas ajenas a la poesía chilena” (Ibíd.). De cierta forma, es posible aven- turar la hipótesis de que el vacío cultural que implicó la dictadura impulsa a los jóvenes poetas de los noventas a intentar una verdadera restauración de la tradición poética chilena. Aún a sabiendas de que la restitución total es imposible, y sin recurrir a discursos mesi nicos ni tremendistas, la forma- ción literaria que menciona Morales, junto a una cierta erudición y el recur- so constante a la reflexión metapoética, ser n las herramientas con las que un grupo muy variado de poetas intentar salvar ese “puente roto” que pare- ce ser la tradición poética chilena después de la dictadura. En términos de algunas de las poéticas analizadas en este libro, es posible observar que ya desde los años ochenta, y con una obra que atraviesa varias décadas, las autoras Soledad Fariña y Carmen Berenguer constituyen dos sólidas voces de la poesía chilena contempor nea. Javier García y Jesse- nia Chamorro se han encargado aquí de indagar en el modo en que Fariña y Berenguer, por medio de una poética del espacio y del cuerpo, figuran y do- tan de sentido el trauma y la herida dictatorial vivida por ellas en carne pro- pia. Soledad Fariña se instala como una voz que propone una relectura del espacio en cuanto búsqueda que pretende “recuperar un lugar y un cuerpo, desde lo real y lo mítico, lo imaginario y el sueño”, según indica García en su artículo.
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