Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
20 | a poco andar la nueva democracia comenzaría a mostrar su verdadera cara, un rostro m s bien contrahecho por las tensiones políticas que marcaron la década. Si en un principio el rito republicano del cambio de mando apare- ció en las pantallas del mundo como un triunfo democr tico, con Patricio Aylwin a la cabeza del primer gobierno elegido por votación popular desde 1970, pronto ese mismo acto revelaría su auténtica naturaleza: al recibir los símbolos presidenciales de las manos de Augusto Pinochet, el nuevo presi- dente de Chile recibía también el modelo económico neoliberal, un sistema político creado por la dictadura para su propia conveniencia y un Ejército que seguía bajo el mando del dictador, quien adem s asumiría como Sena- dor vitalicio tras dejar la presidencia de la nación. En otras palabras, el cam- bio de mando vino a simbolizar la continuidad de la dictadura en la tran- sición a la democracia. En esa ceremonia aparentemente simple es posible visualizar también la concreción de toda una trama de negociaciones previas de los partidos políticos que lideraron el bloque triunfante de la oposición (Democracia Cristiana, Partido Socialista, Partido Radical Socialdemócra- ta y el instrumental Partido por la Democracia), trama que hoy se conoce bajo el rótulo de “salida pactada” de la dictadura, y que muchos han catalo- gado de una verdadera traición de la Concertación al país. Arrate y Rojas re- flexionan a partir de las ideas del historiador Luis Corval n M rquez y seña- lan que “los pactos de la transición sitúan a los partidos de centroizquierda en los marcos del modelo económico neoliberal, y (...) la sustitución del mo- delo político dictatorial progresivamente deja de ser una prioridad para la Concertación” ( Memoria de la izquierda 442). Pese a este pacto, quienes optaron por medir sus fuerzas dentro del marco legal creado por la dicta- dura, sumarse al Plebiscito de 1988 —validando con ello dicho marco cons- titucional— y que encabezaban ahora el gobierno, no tuvieron por esto el camino despejado. Adem s de las leyes aprobadas en último minuto por el régimen militar, de la férrea negativa del sector empresarial a revisar el mo- delo privatizador, y de las tensiones políticas con el Partido Comunista (ex- cluido de la coalición gobernante y que pasa a ser de “oposición”, pese a los lazos históricos con el PS, ahora en el oficialismo), el gobierno transicional de la Concertación debe enfrentar una presión constante, aunque no siem-
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