Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
| 17 | Estupor y silencio. 45 años de poesía en Chile cia que, ante un poder dictatorial que se constituye por la violencia y que funciona como una fuerza disgregadora de los mbitos social y público, los grupos de oposición no responden congreg ndose en torno a un solo refe- rente. A las cúpulas de los partidos en el exilio se suman dirigencias loca- les en la clandestinidad, pero también movimientos de solidaridad al inte- rior de poblaciones, parroquias e instituciones educativas que observan des- de lejos las disputas teóricas y que construyen una cierta autonomía respecto de los discursos que las cúpulas ponen en circulación. Para el sociólogo Ma- nuel Antonio Garretón, en este caso se produce una doble convergencia de los movimientos antidictatoriales: “los espacios que se generan en estos regí- menes llevan a la constitución de un movimiento social por ‘abajo’, en tanto la acción m s o menos tradicional de los partidos políticos tiende a la cons- titución del movimiento social ‘por arriba’. Entre ambos procesos hay una relación de convergencia problem tica” ( El proceso político chileno 174). Al señalar el car cter problem tico de la convergencia, Garretón apunta a cues- tiones de índole política, social y procedimental. Este aspecto muestra tam- bién que las pr cticas contrahegemónicas fueron diversas, y que en algunos casos las estrategias políticas optaban por plegarse a la institucionalidad del régimen e intentar una oposición que aceptaba las nuevas “reglas del juego”. Esta incorporación del marco institucional creado por la dictadura dentro de algunos movimientos de oposición, evidencia las tensiones e influencias que Raymond Williams señala como concomitantes a todo proceso hege- mónico. En términos de Williams, toda hegemonía es “continuamente re- sistida, limitada, alterada, desafiada por presiones que de ningún modo le son propias. Por tanto debemos agregar al concepto de hegemonía los con- ceptos de contrahegemonía y hegemonía alternativa” (134). A partir de esta conceptualización, podemos ver que las distintas corrientes de oposición al régimen militar comienzan a configurar una serie de pr cticas contrahege- mónicas muy variadas en sus modos de ejecución, aunque coincidentes en cuanto a su objetivo: poner fin a la dictadura. Los diversos actores sociales se reactivan con notoria fuerza a partir de 1983, y desde entonces es posible observar una serie de eventos que influir n en el término del período dic-
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