Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
16 | compensas, est n claramente definidas” (18). Como podemos apreciar, la dictadura chilena divide al mundo en dos y actúa de acuerdo a ese principio. Con una visión en blanco y negro, para el régimen no hay matices. De ahí también la justificación de la violencia que no dudó en aplicar a los indivi- duos que, a su juicio, resultaban peligrosos. Esta polarización entre amigos y enemigos, entre un “nosotros” y un “ellos” irreconciliables, determina y contextualiza la rearticulación de los discursos de oposición a la dictadura. Mientras el régimen trataba de impo- ner una visión monolítica de la realidad, los grupos opositores estaban mar- cados no solo por su postura en contra de un enemigo común, sino tam- bién —y especialmente— por disensiones internas respecto de los modos en que deberían llevarse a cabo las pr cticas opositoras. Por ejemplo, los años ochenta ven el nacimiento del FPMR, que reivindica la lucha armada con- tra la dictadura, mientras otros grupos adoptan progresivamente una políti- ca de di logo con el régimen de Pinochet. Entre estas dos posturas disímiles, es posible observar toda una gama de actitudes que, sin dejar de oponerse a la dictadura, desarrollan pr cticas diversas ante esa realidad. En palabras de Jorge Arrate y Eduardo Rojas, en Memoria de la izquierda chilena , las ten- siones al interior de los partidos y movimientos de oposición se mostraron tempranamente: Cuando termina 1980 se hace ostensible que la crisis de la UP perfila en la izquierda dos alternativas con concepciones y políticas cada vez m s di- ferenciadas y competitivas. Por una parte, la ‘convergencia socialista’ (los dos Mapu, el PS-Altamirano y la IC); por otra, el PC, el PS-Almeyda, el MIR y el PR dirigido desde el exilio por Anselmo Sule. El plebiscito con- vocado para aprobar la Constitución y la fijación de un cronograma que prolonga la dictadura por ocho o dieciséis años proporciona el marco al surgimiento de alternativas, unas inclinadas a la rebelión y ‘todas las for- mas de lucha’, otras a probar fuerzas dentro del esquema institucional pi- nochetista (310-11). En la publicación de Arrate y Rojas se aprecia una multiplicidad de luchas, alianzas e incluso revisiones teóricas de los conceptos b sicos del marxismo que tuvieron lugar durante la década de 1980. Queda en eviden-
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