Poesía Chilena en dictadura y postdictadura

132 | una doble significación: la denigración de lo femenino. Adem s de que am- bas construcciones, es decir, la sujeto poética y la ciudad, poseen huellas de un pasado imborrable que se simboliza a través de una herida de la cual me enfocaré m s adelante, las figuras identificadas son identidades femeninas, por lo tanto, el poema expresa una mirada de género que envuelve a la ciu- dad y la protagonista se encuentra en la marca sexual que representa. Vale decir, la met fora ‘perra’ se enmarca, adem s, en lo que sexualmente repre- sentan las perras. Desde esta perspectiva, cabe señalar que la imagen de la ‘perra’ utilizada por Urriola es un animal callejero. En este sentido, comple- ta la significación del riesgo de la calle, del vagabundeo que queda marcado por el peligro de los atropellos y de la violencia de lo desconocido. En este sentido, el hambre y el frío son los dos elementos que intensifican la idea de sujetos a la deriva, en la periferia y expuestos al riesgo, como se expresa en el siguiente pasaje: “un glamour del hambre, arriba el paisaje, 1os luminosos, abajo el hambre que tuerce las tripas, tiradas en las veredas, grises, confun- didas con el pavimento, las manos ruegan” (19). En este pasaje, el hambre se presenta en los sectores vulnerables y marginales “los de abajo”. Y el frío: “entonces hace frío, hace un frío terrible que hiela los huesos, no soporto el frío se parece al tedio” (56-57) Siguiendo lo anterior, la dictadura deja sujetos desvalidos, en un limbo entre la violencia, el hambre, el frío, la incertidumbre, el riesgo, iden- tidades fracturadas con marcas imborrables: la violación de derechos huma- nos representados a partir de la protagonista que simboliza, a través de la met fora, el abuso de poder. Por lo tanto, la protagonista encarna la anima- lización, expresada en la figura de la perra herida, lo cual contiene en sí una crítica soslayada al sistema patriarcal. Como afirma Juan Pablo Sutherland: La autodeterminación del habla en primera persona exhibe esa política de descarga: “Esta perra que soy”. Voz m s que identidad, estrategia m s que esencialidad, así, la hablante animalizada de hija de perra se fun- da sobre la subjetividad agraviada de lo femenino, homologadas a putas, perras, histéricas, toda la taxonomía que se organizó en la historia para controlar las subjetividades de las mujeres y de los indeseables para las culturas normativas (296).

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