Poesía Chilena en dictadura y postdictadura
| 123 | De fantasmas y espectros: la escritura fantasmal en La Ciudad de Gonzalo Millán mento referido en p rrafos anteriores, el poema est construido en función de frases impersonales que carecen de sujeto específico, y, aún m s, cuando tienen uno suelen ser plurales anónimos, como el nosotros , o el singular del y o —o varios yo — de aquél que forma parte de la multitud (“¿Cómo anda- mos? / Ando a tropezones. / Ando enfermo.”). La ausencia de sujetos de- finidos o de pronombres determinados hace del poema un murmullo in- cesante de voces que se interrumpen mutuamente, lo que causa un efecto similar al bombardeo de im genes producido por los versos breves y con- cisos. De esta manera, las voces van y vienen infinitamente de forma inter- mitente, apareciendo y desapareciendo al mismo tiempo, dejando un rastro tras de sí que a ratos se vuelve visual. La Ciudad , por lo tanto, aparece como un poema de lugar interme- dio entre la denuncia y la experimentación poética, como queda de mani- fiesto en la amplia gama de recursos utilizados por Mill n, que describe tan- to la vida habitual de un espacio urbano sometido a una tragedia de impacto social y político, como lo que ocurre tras bambalinas en un entorno que se empeña en ocultar la tragedia ocurrida. En medio de esta descripción nos encontramos con fragmentos específicos que dan cuenta de que algo som- brío se est desarrollando en la oscuridad y, en ese sentido, lo dicho por el personaje del ciego me ha parecido central para definir el espacio mostrado como un lugar espectral, que proyecta sombras y que es sombra en sí mismo. La marginalidad y lo que representa este personaje como no vidente, sabio y profeta, surge como la instancia m s oportuna desde la cual referirse a lo que se obliga a permanecer ausente en el ambiente de cotidianidad simula- da. Su rol como portavoz de lo que el resto no percibe o no se atreve a perci- bir es precisamente lo que transforma a su perspectiva en la que parece des- cribir de manera m s evidente el ambiente sombrío que se deja entrever a lo largo de todo el poema, pero que se hace visible con mayor intensidad cuan- do nos sumergimos en el punto de vista de quien no puede ver. Solo este personaje, en cuanto presencia fantasmal que desaparece en las sombras de la ciudad, es capaz de describirla directamente como aquella caverna oscura y putrefacta donde parece no existir espacio para la luz. Asimismo, estas des- cripciones son propiciadas y propician a la vez el surgimiento de una escritu-
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