Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa

Paula Barbosa Ramos 92 llamamos Bruno y que se encontraba preocupado por venir a vivir a Chile, pues nunca había estado en Santiago. No di más datos sobre las características de Bruno y además fui clara al decir que nunca lo habíamos visto físicamente. Verdaderamente quería conocer a este niño migrante a través de las imágenes que los niños y las niñas presentaran de él. A través de esta presentación tuve el gusto de conocer a 135 Brunos. Los niños y las niñas llenaron con dos o más colores los retratos de este niño: en el nivel medio mayor, los Brunos estaban un poco más desordenados en las hojas, los de Nivel de Transición 1 (NT1) mostraban un mayor orden y madurez en los trazos, y –fi- nalmente– el Nivel de Transición 2 (NT2) mostró a Bruno con un lenguaje mucho más escolarizado, pero, independientemente del grado, ahí estaba él. Bruno, la expresión concreta de la imagen de niño migrante, tuvo coloreada la cara en un color que los/as niños/as denominaron «piel», una mezcla muy suave de naranja con blanco y rosado que fue constante, pese a su corta edad. El color «piel» que los/as niños/as mencionan está relacionado con una representación del color blanco o piel blanca, y que nos habla de lo que Glenda MacNaughton lla- ma una «cromatización de la mirada», un proceso en el cual los/as niños/as se han apoderado de algunas categorías raciales utilizadas por las personas adultas. Para saber si los/las niños/as con quienes trabaja comparten una mirada cromatizada, puede hacer un sencillo ejercicio. Pregúnteles de qué color es la piel de otra persona: si el/la niño/a usa términos como blanco o negro , es probable que ya haya iniciado este proceso, pues las personas en estricto rigor no somos de esos colores, sino de una gran variedad de amarillos, rojos y cafés. Retomemos su dibujo original (con el que partimos este capítulo) y miremos la cara del niño que usted dibujó. Las personas adultas solemos pensar que los niños y las niñas migrantes pueden estar muy tristes o incluso llorando. Algunas veces desde nuestra mirada adulta fragilizamos al niño o a la niña que transita por la migración, pero para los niños y las niñas de Santiago, migrantes y no migran- tes, que forman las comunidades escolares, Bruno siempre estuvo sonriente. En ninguno de los dibujos revisados su cara expresaba abiertamente tristeza.

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