Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
Bruno: un niño migrante en los jardines infantiles de Santiago 91 le acaba restando importancia al presente. Esto no es privativo de las escuelas; en general la niñez es una etapa que se piensa a futuro. Nos preocupa crear políticas que atiendan a las niñas y los niños porque serán las personas adultas del mañana, pero ¿qué pasaría si nos preocupáramos por los niños y las niñas que están siendo niños/ as ahora en lugar de preocuparnos por los/as adultos/as que serán? Otra dificultad para escuchar las voces de los niños y las niñas tiene que ver con los distintos lenguajes que utilizan para comuni- carse. En el mundo adulto las palabras y el lenguaje oral son un eje central, pero los niños y las niñas tienen otras formas de comuni- carse y algunas veces esas otras formas pueden ser intimidantes. A las personas adultas nos gusta sentir que comprendemos todo (o al menos lo más posible), y cuando contactamos con los lenguajes de los/as niños/as existe una sensación de que tal vez no estamos entendiendo y hay algo que se nos está escapando. La disposición para escucharlos/as es fundamental y también la conciencia de que si tal vez no entendemos todo el mensaje no sea tan grave como no abrirse a escucharlo. Las expectativas sobre lo que queremos escuchar de ellos/as o de nuestra propia capacidad de escucharlos/as nos puede jugar en contra. Podemos usar esta premisa también para hablar de las personas migrantes, quienes pueden usar lenguajes que no entendemos, lo que puede preocuparnos, pero es mucho más preocupante pensar que no queremos escuchar sus voces. En el niño y la niña migrante se conjuntan dos categorías de otro/a : el otro y la otra niño/a, y el otro y la otra migrante. En este punto, si puede, mire su dibujo: ¿quién es ese niño que está ahí? Si pudiera hablarle, ¿qué le diría? ¿Qué cree que necesita este niño? ¿Cómo es Bruno? La propuesta de realizar un dibujo de un niño migrante la hice a niños y niñas de cinco jardines de distintas comunas de Santiago de Chile con presencia migrante. Sus edades oscilan entre los cua- tro y los seis años, y por esa razón fue necesario que la categoría «niño migrante» la pensaran a partir de un concreto: un niño que
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