Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
Gabriela Martini 250 la convicción de que tales actitudes discriminatorias representan la negación de valores universales como los derechos inalienables e in- violables de la persona humana. Asimismo, reconoce explícitamente la obligación de adoptar medidas en el ámbito nacional y regional para fomentar y estimular el respeto y la observancia de los dere- chos humanos, así como las libertades fundamentales de todas las personas y grupos sometidos a su jurisdicción, sin distinción alguna por motivos de sexo u orientación sexual , entre otras características. Establece también un conjunto de deberes de los Estados para propi- ciar la protección, participación plena y garantía de derechos. Estos son justamente los valores y principios que en nuestro país recoge la Ley Contra la Discriminación, conocida como Ley Zamudio. Como comentamos al principio de este recorrido por la ruta de los derechos, la normativa internacional que hemos revisado –y muy especialmente los valores que se desprenden de ella– ha sido ratificada por Chile y se encuentra incorporada en sus instrumen- tos políticos desde la Constitución Política del Estado hasta la Ley General de Educación, y especialmente las leyes, normativas y polí- ticas generadas en torno a la reforma educativa de los últimos años, tales como el Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad, la Ley de Inclusión, la Política de Convivencia Escolar, el Plan de For- mación Ciudadana, el Plan de Igualdad y Equidad de Género y la recientemente aprobada Ley de Identidad de Género. Todas ellas son complementadas por diversos decretos, instructivos y documentos metodológicos que orientan y facilitan su aplicación en las escuelas y liceos de nuestro país. Esta legislación norma nuestro sistema educativo y por tanto obliga a las escuelas y liceos a su cumplimiento. Pero recordemos… si entendemos que estas normas no son solo obligaciones, sino que contienen valores y principios hacia los cuales hemos avanzado tras muchos años de luchas, discusiones y acuerdos, no solo podemos (¡y debemos!) implementarlas, sino que también podemos considerar- las como una oportunidad para reflexionar sobre qué comunidad escolar deseamos tener, quiénes la integran, cuáles son sus derechos (y deberes también), en definitiva… ampliar nuestra forma de ver, ser y estar en comunidad.
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