Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
La profesionalización docente como factor clave para la mejora... 221 indudable sobre estos actores protagónicos del sistema educativo. En lo personal, siempre he pensado que tiene alguna responsabili- dad en la altísima prevalencia de depresión y otras enfermedades psicológicas que las/os afectan, y también –quizás de manera más indirecta– en la insostenible tasa de licencias médicas. En un sentido más propiamente profesional, los efectos son todavía más complejos: en vez de propiciar un grupo de docentes profesionalizadas/os que se atrevan a reflexionar, a buscar sus propias soluciones y creer en ellas lo suficiente como para implementarlas, se ha estimulado un cuerpo docente atemorizado y dependiente, con tendencia a espe- rar que las soluciones vengan «de afuera» o «de arriba» antes que sentir motivación por buscarlas e implementarlas por sí mismos. La investigación en Chile ha alcanzado conclusiones similares, por ejemplo, en el trabajo de Andrea Ruffinelli. Todo lo anterior –me apuro en aclarar– no equivale a decir que el cuerpo docente del país sea de excelencia y no requiera evaluaciones o capacitaciones. Sostener algo así sería absurdo. Como en todas las profesiones del país hay docentes excelentes, buenos, medianos y no tan buenos, o –si se quiere prescindir de los eufemismos– malos. En esto no difiere de otros cuerpos profesionales o áreas de servicios del país, como la salud, la seguridad o la política. La pregunta que hay que hacerse es por qué es precisamente a las y los docentes a quienes se pone en tela de juicio. La razón se relaciona, en mi opinión, con el acelerado proceso de modernización que ha experimentado el país en las últimas décadas, al centro del cual se encuentra sin duda el sistema educativo. El país ha cambiado de forma radical en los últimos treinta años y, junto con estos cambios, es natural que al sistema educativo y en particular a la escuela se le hayan planteado múltiples, a veces inabordables, demandas: a lo largo de estas décadas se han recon- figurado las habilidades necesarias para insertarse en el mundo del trabajo, han surgido nuevas formas de organización y producción, nuevas expectativas, nuevas problemáticas sociales y nuevos va- lores. De todos estos cambios profundos y vertiginosos se le pide al sistema educativo que se haga cargo, y muchos de ellos, como indica la profesora Beatrice Ávalos, están profundamente tensio- nados entre sí. No es de extrañar que este y sus principales actores
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