Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
Teresa Covarrubias Izquierdo 196 desarrollan, por ejemplo, grupos interactivos en donde las clases se imparten en grupos pequeños con la ayuda de personas que trabajan de manera voluntaria o a través de tertulias literarias en las que los y las estudiantes se sientan en círculo para compartir sus opiniones sobre libros clásicos de la literatura universal. El modelo VESS (vida equilibrada con sentido y sabiduría), por su parte, busca desarrollar competencias y avanzar hacia el cambio de paradigma educativo a través de un programa de formación y desarrollo profesional que utiliza, en palabras de su fundadora, «el pensamiento como herramienta pedagógica». El modelo fue fundado por Ana María Fernández en Estados Unidos e integra distintos enfoques e investigaciones educativas que buscan desa- rrollar culturas de pensamiento en colegios y jardines infantiles. Basado fundamentalmente en el Proyecto Cero de la Universidad de Harvard, articula distintas disciplinas y enfoques en educación, como neurociencia, pensamiento visible, hábitos de mente, trabajo colaborativo, mapas conceptuales, inteligencia emocional y llaves del pensamiento, entre otros. Si bien estas iniciativas tienen estrategias y bases teóricas dis- tintas, ambas implican procesos profundos de cambio en la cultura escolar. Los establecimientos que participan de estos proyectos se comprometen a iniciar un proceso de transformación de varios años para lograr cambios sustantivos en los aprendizajes. En este período de tiempo todos los actores de la comunidad escolar se enfrentan a nuevos desafíos y cambios en su rol: los equipos directivos avanzan hacia un liderazgo más distribuido y dialógico; los y las estudiantes adquieren un rol protagónico; las familias y asistentes de apoyo en- cuentran nuevas formas de participar y de involucrarse; y el cuerpo docente aprende estrategias innovadoras para mediar y fomentar la colaboración y las competencias del siglo XXI. Cuando las escuelas se comprometen con un proyecto de inno- vación educativa en el largo plazo, suelen embarcarse en grandes sueños de transformación y mejoramiento. En el camino, sin em- bargo, la ilusión y las expectativas se ven muchas veces frustradas al ver que cuesta convencer y movilizar, que no todas las personas involucradas se comprometen con el cambio, que «lo que se dice no se hace», que no se observan resultados, que se implementan mal
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