Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
Felipe Aravena Castillo 182 En términos más simples: dar respuesta a la pregunta de cómo aprendemos en este establecimiento. Responder esta pregunta, en cada caso particular, no es un proceso sencillo, y para ello los/as directores/as y sus equipos necesitan apoyo. La semana pasada, en el contexto de un curso que impartí a un grupo de directores/as sobre cómo construir una visión compartida de aprendizaje, un director, al terminar la clase, comentó: Yo antes pensaba que la visión era una frase bonita que uno declaraba y cambiaba todos los años en marzo, porque el mi- nisterio así lo dice y, además, tenemos una jornada establecida para ello; es un día libre para hacer eso. Ahora sé que la visión es algo más complejo que requiere que pensemos sobre qué entendemos por aprendizaje en la escuela (septiembre, 2018). Muchos/as directores/as podrán señalar que cuentan con una visión compartida, pero la pregunta clave es si esa visión compar- tida es sobre aprendizaje. ¿Se comparten los criterios sobre lo que es una clase exitosa? ¿Cuáles son los criterios para decir que un/a estudiante aprendió o bien para establecer que un/a profesor/a es exitoso/a? Compartir criterios pedagógicos es clave para lograr una visión compartida de aprendizaje. Las visiones compartidas de aprendizaje poseen ciertas carac- terísticas. Según Brad W. Kose, se recomienda que sean específicas; es decir, abordables y coherentes con las grandes ideas y sueños que poseen los/as miembros de la comunidad. Además, las visiones de aprendizaje poseen un foco en el aprendizaje de los/as estudiantes. El sueño futuro requiere estar centrado en abrir las oportunidades de aprendizaje de las niñas y los niños. Consecuentemente con ello, las visiones compartidas de aprendizaje utilizan un lenguaje trans- formacional. Con ellas se termina transformando la escuela o liceo. Por ejemplo, una escuela que se focaliza en desarrollar estudiantes resilientes requiere comprender profundamente cómo se aprende a ser resiliente. Esto implicaría que los/as profesores/as desplieguen prácticas en el aula que posibiliten aprender cómo sobreponerse al fracaso y seguir aprendiendo. Liderar la construcción de una visión compartida de aprendizaje no es un evento: es un proceso compartido. El desafío no es menor
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