Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
Marcelo Pérez P 122 así como, por ejemplo, aquello que puede ser significativo para los y las estudiantes no lo es para la autoridad y viceversa. Aquello que para algunos/as suele tener sentido, para otros/as resulta más bien un absurdo. En la institucionalidad escolar, por lo tanto, cohabitan conjuntos de representaciones; esto es, un entramado heterogéneo de conoci- mientos, creencias, sentimientos, actitudes, valores, gustos, relacio- nes, costumbres y rituales que convergen, se tensionan, coinciden, se oponen, se sobreponen, se distancian, se desafían, se mezclan, se esconden, se imponen, se subalternizan, etc. Pero ¿qué son las representaciones? Toda representación está compuesta de imágenes y conceptos, actitudes, valoraciones, opinio- nes, creencias y modelos explicativos propios de un grupo sociocul- tural determinado. La imagen está dada por lo que se percibe del objeto y el concepto está dado por la abstracción de la percepción de ese objeto: es la idea que se tiene del objeto. Cuando algo se re- presenta, las imágenes mentales previas a la representación de algo influyen en cómo se percibirá el objeto, en cómo se piensa el objeto y en cómo se va a actuar respecto a ese objeto. Las ideas o conceptos que construyen las personas desde un gru- po social determinado generan, a su vez, que estas mismas personas tengan una actitud o respuesta hacia lo representado. Esta respuesta, por su parte, puede incidir en lo que ha sido representado, de manera tal que las representaciones pueden terminar constituyendo al objeto que aparece delante de mí, sustituyéndolo. Por ejemplo, respecto a la figura de «buen profesor» existe una serie de ideas, imágenes y acti- tudes generadas a partir de la concepción que se tenga de esta figura. Así, el «buen profesor» para los/as estudiantes podrá tener caracte- rísticas muy disímiles a las que le adjudicaría el grupo de docentes o el grupo de padres, madres y apoderados/as, o el equipo de gestión de un establecimiento, e incluso ser muy diferente a lo que la política educativa ministerial entiende como «buen o buena docente». La cultura de la escuela está plagada de representaciones que hacen que los miembros de una comunidad generen ideas y actúen conforme a ellas, no necesariamente en coincidencia. Y esto se ex- tiende a la totalidad de fenómenos que ocurren y están presentes en la escuela: a la idea de buen estudiante, de inspector, de examen o
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