Mejorar la educación : aprendizajes desde la investigación educativa
Patricia Jaramillo Marín 114 ayuda. Los/as testigos pasivos/as, por su parte, no actúan; parece que no tomaran posición y fueran neutrales. Sin embargo, sí toman una posición, así no la expresen en acciones. Tenemos, de un lado, a quien está moralmente de acuerdo con la agresión, pero por miedo a la desaprobación no se manifiesta abiertamente. De otro lado se ubica quien está en desacuerdo con la situación, siente empatía con la persona agredida y cree que hay que ayudarla, pero no lo hace por miedo o porque no sabe cómo hacerlo. Y finalmente está quien considera que la situación no le incumbe y se desentiende de ella. Cómo abordar las burlas y la exclusión en el aula Tanto las personas adultas como los y las estudiantes deben conocer el daño que causan las burlas y la exclusión, y dejar de percibir estos comportamientos como normales. Las y los docentes deben ser las primeras personas en desnaturalizar estos comporta- mientos en el entorno escolar, reconociendo que son fundamentales en la creación de una cultura en la que la agresión no sea tolerada y la pasividad frente a ella no sea aceptable. Se ha encontrado que en algunas ocasiones los/as docentes observan las agresiones entre los/as estudiantes y permanecen en una actitud pasiva, y en otras se ven involucrados/as dado que un/a estudiante les lleva quejas de lo que está ocurriendo, pero ignoran estas quejas. Esto ocurre porque, por lo general, consideran que son situaciones normales dentro del desarrollo de las personas jóvenes y que son las/os mismos/as estu- diantes quienes deben resolverlas. En realidad, lo que se requiere es un/a docente abierto/a a lo que el o la estudiante le expresa y desea; que empatice no solo con la persona agredida, sino también con quien le lleva una queja; y que esté en disposición de escuchar, valorar la situación desde el punto de vista del o la estudiante y actuar. Es importante comprender que las y los preadolescentes experi- mentan mucho stress y necesitan sentirse apoyadas/os y orientadas/ os sobre la forma de reaccionar frente a los conflictos. Esto es así tanto para quienes son agredidas/os como para quienes agreden u observan la situación. El apoyo del/la docente no debe orientarse necesariamente a la defensa de la persona agredida, aunque debe
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