Optimización del riego en paltos y cítricos
Resultados En las dos temporadas, la evapotranspiración de referencia (ETo), durante el periodo de mayor demanda de riego (septiembre-mayo), fue mayor en Santa Amelia (1166 y 1125 mm, 2017-2018 y 2018-2019, respectivamente) respecto de Peumo y La Rosa (1030 y 936 mm en promedio para el 2017-2018 y 2018-2019), las cuales no variaron notoriamente entre ellas (Cuadro 4). El déficit de presión de vapor máximo (DPV máx) en la zona de estudio varió desde 1,0 a 1,3 kPa, en septiembre, a 3,0 a 3,6 kPa, en enero. En relación con la temperatura, en general, Santa Amelia y La Rosa presentaron una mayor frecuencia, intensidad y periodo de heladas, las cuales ocurrieron desde mayo a septiembre, lo que afectó la producción del ensayo de limoneros la temporada 2018-2019 (Cuadro 7), por ser esta especie altamente sensible al daño por frío (Razeto, 2005). Los indicadores fisiológicos de las plantas, los componentes del rendimiento y la calidad de la fruta permitieron evaluar las estrategias de riego, basadas en las líneas de gestión, establecidas a partir del registro de las sondas de capacitancia. En general, los resultados confirman que, en las cuatro especies, la línea de gestión de punto de recarga (PR), establecida basado en la disminución de la caída de humedad en el suelo, a una misma evapotranspiración referencial, es un criterio práctico para determinar el momento oportuno de riego, sin afectar el rendimiento (Cuadro 7) y/o la calidad (Cuadro 8), con ahorro de agua y electricidad. Mayores aportes de agua, o criterios de humedad por sobre la línea de gestión de PR, no mejoran ningún parámetro productivo y/o de calidad; por el contrario, en algunos casos (limonero, mandarino y naranjo), el mayor aporte de agua repercutió en una menor productividad, debido a un menor tamaño de los frutos. Probablemente, esta respuesta se generó por las propiedades físicas de los suelos en los que se realizaron los ensayos, texturas medias, con moderada compactación (Cuadro 2) y bajo nivel de macroporosidad, lo que generó situaciones de hipoxia frecuente durante la temporada. Esto confirma que, en suelos de texturas medias a finas (suelos pesados), de alta capacidad de retención de agua, pero de baja macroporosidad, los riegos de baja frecuencia (4 a 6 días) son más recomendables para mantener una óptima relación agua/aire y, así, un mejor metabolismo de las plantas. Al respecto, Ferreyra y Selles (2012) señalan que, para el caso de los paltos, en condiciones de suelos pesados, la frecuencia de riego puede alcanzar un nivel de agotamiento del agua de suelo disponible de un 50%; mientras que en suelos de texturas medias no se debe agotar el nivel de agua del suelo más allá del 25- 30% para no afectar el rendimiento. En complemento, nuestros resultados señalan que en un suelo franco arenoso el nivel de agotamiento permisible es de un 20% del total del agua disponible. Por otro lado, los tratamientos con menor aporte de agua durante la temporada, con niveles de humedad incluso por debajo de la línea de gestión (Figura 3), no repercutieron significativamente en la productividad, a excepción del caso de mandarinos en la primera temporada (Cuadro 7). De hecho, en el caso de los cítricos, en algunas temporadas se logró un mayor contenido de sólidos solubles, sin afectar el porcentaje de jugo ni el tamaño del fruto, lo que indica un mejor desempeño del cultivo con un menor aporte de agua. En este sentido, un aumento en los sólidos solubles, y una mejor relación sólidos solubles/acidez, normalmente incrementan el precio de la fruta en mercados donde no sólo se valoran las características externas de la fruta (tamaño y apariencia), por lo que un riego adecuado se proyecta como una oportunidad para alcanzar una mejor rentabilidad.
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